Camilo lungo la rotta di Maceo

Pedro Antonio García http://www.granma.cu

f0066689Secondo la testimonianza del Generale dell’Esercito Raúl Castro, Fidel aveva già delineata, alla fine del 1957, la successiva strategia sa portar avanti nel corso della guerra rivoluzionaria. “Mi spiegò come, una volta consolidato il fronte della Sierra Maestra, avremmo dovuto creare nuove colonne e, tra gli altri, inviarne una nella zona della Sierra Cristal, un’altra all’est della Sierra Maestra, nelle vicinanze di Santiago de Cuba una nella regione centrale del paese e un’altra sino a Pinar del Río”.

Con le armi catturate nella seconda battaglia di Pino del Agua, a fine febbraio 1958, si formarono le colonne 3 e 6, al comando dei neo promossi comandanti Juan Almeida Bosque e Raul Castro Ruz. Ai primi di marzo Almeida partì verso le vicinanze della capitale orientale per formare il Terzo Fronte Mario Muñoz; Raul marciò verso Pinares de Mayari e lì fondò il Secondo Fronte Frank Pais.

A seguito dello Sciopero del 9 Aprile, il leader della Rivoluzione scambiò opinioni con il Che sulla seconda parte della strategia. A proposito il Guerrigliero Eroico scriverà a Camilo, il 23 maggio 1958: “Ti avviso che abbiamo, con il capo, un bel progetto mediante il quale pianterai la bandiera di Maceo a Pinar ed io lavorerò [sic] quella di Massimo [Gomez] come di conseguenza”.

Quando ancora l’Esercito Ribelle affrontava l’offensiva della tirannia, il Comandante in Capo ultimava i preparativi per realizzare questo piano, come diceva a Raul in una lettera del primo luglio: “Siamo nei preparativi, da cui spero i maggiori frutti, per rafforzare i fronti ed estendere la guerra verso Occidente”. Il 18 luglio successivo Fidel sottoscriveva l’Ordine Militare che assegnava “al Comandante Camilo Cienfuegos la missione di condurre una colonna ribelle dalla Sierra Maestra sino alla provincia di Pinar del Rio”.

Questa forza, denominata colonna due, partì il 21 luglio, da un luogo conosciuto come El Salto verso Cayajal e Providencia. In quest’ultimo sito, Camilo parlò alla truppa: “Compagni, ci hanno affidato il difficile, ma onorevole compito di portare la guerra in Occidente. Ricordiamo tutti che questa colonna porterà il nome di Antonio Maceo e che questo compito fu già realizzato dal Titano di Bronzo. Quindi, la nostra obbligazione è adempiere a questo dovere. Possiamo cadere in molti lungo la strada, quello che non possiamo fare è smettere di compiere la nostra missione. E se uno solo rimane vivo, la compirà per tutti noi”.

La truppa marciò verso le rive del fiume Cauto. Lì, il 27 agosto, si separò da essa il plotone comandato da Cristino Naranjo (22 uomini), con la missione di operare nella zona. Verso Camaguey si mossero i restanti 72, tra cui quattro capitani e 11 tenenti. Oltre alla squadra di comando, contava tre plotoni, i cui capi erano i capitani Oreste Guerra, William Galvez e Antonio Sanchez Diaz (Pinares).

Trovarono il Cauto molto in piena. Dopo averlo attraversato, con molta difficoltà, si fermarono alla fattoria El Jardin. Un ciclone sferzava, in quei giorni, l’Oriente cubano ed i ribelli, al riprendere la marcia il 4 settembre, dovettero affrontare pozze d’acqua traboccanti, valli allagate e sentieri impraticabili. Tre giorni dopo poterono raggiungere il fiume Jobabo ed entrare in terra camagüeyana.

Il nuovo teatro delle operazioni era una pianura disabitata, bassa e paludosa, con pochi boschi, abbondanti in acquitrini, lagune e pantani. Dovettero sopportare la fame, la sete, nuvole di zanzare e moscerini e la fatica giorni estenuanti. Affrontarono la non sconoscenza del terreno e le poche informazioni sui movimenti delle truppe nemiche.Al loro passaggio attraverso il territorio, ebbero due scontri con l’esercito di Batista, senza soffrir vittime.

I suoi unici due martiri, i tenenti Zenén Meriño e Delfín Moreno caddero in missioni di esplorazione.

Terminando settembre Camilo ottenne due camion nel Batey de Quesada, oggi in provincia di Ciego de Avila.

Inceppati i veicoli all’ingresso della colonia Jacinta, che si trova tra l’attuale zuccherificio Ecuador e Ciro Redondo, i ribelli furono accolti dai residenti della frazione vicina. A scuola, quel giorno, mancava la maestra Pinares improvvisò una lezione e Camilo parlò ai bambini, che invitò a chiedere, alla loro insegnante, che ogni venerdì parlasse loro di Martí, Maceo e gli eroi delle nostre gesta d’indipendenza. Si distribuirono caramelle e dolci. Infine, tutti cantarono in coro l’Inno Nazionale.

La colonna s’incamminò sulla strada a Moron verso Ceballos. Senza mangiare né bere acqua, i ribelli attraversarono fattorie, recinti e terrapieni. “Camagüey ci congedò come ci ricevette: con un ciclone” scrisse Camilo in un rapporto di Fidel in quei giorni. Il 7 ottobre i ribelli accamparono in Llanadas di Alunao, ora in terra di Sancti Espiritu. Il giorno successivo fraternizzarono con le truppe del comunista Felix Torres. Arrivavano in cattive condizioni fisiche, ma felice di aver compiuto la prima parte della missione: arrivare a Las Villas.

Camilo por la ruta de Maceo

Pedro Antonio García

Según testimonio del General de Ejército Raúl Castro, Fidel ya tenía delineada a finales de 1957 la estrategia a seguir en el curso de la guerra revolucionaria. “Me explicó cómo, una vez consolidado el frente de la Sierra Maestra, habría que crear nuevas columnas y, entre otras, enviar una a la zona de la Sierra Cristal, otra al este de la Sierra Maestra, en las proximidades de Santiago de Cuba, una a la región central del país y otra hasta Pinar del Río”.

Con las armas capturadas en el segundo combate de Pino del Agua, a finales de febrero de 1958, se formaron las columnas 3 y 6, al mando de los recién ascendidos a comandantes Juan Almeida Bosque y Raúl Castro Ruz. El primero de marzo Almeida partió hacia las cercanías de la capital oriental para constituir el Tercer Frente Mario Muñoz; Raúl marchó hacia Pinares de Mayarí y allí fundó el Segundo Frente Frank País.

A raíz de la Huelga del 9 de Abril, el líder de la Revolución intercambió criterios con el Che sobre la segunda parte de la estrategia. Al respecto el Guerrillero Heroico escribiría a Camilo, el 23 de mayo de 1958: “Te aviso que tenemos, con el mandamás, un proyecto bonito mediante el cual plantarás la maceica bandera en Pinar y yo laburaré [sic] de Máximo [Gómez], como corresponde”.

Cuando aún el Ejército Rebelde enfrentaba a la ofensiva de la tiranía, el Comandante en Jefe ultimaba preparativos para llevar a cabo este plan, como le decía a Raúl en carta fechada el primero de julio: “Estamos en gestiones, de lo que espero los mayores frutos, para fortalecer los frentes y extender la guerra hacia occidente”. El 18 de julio siguiente Fidel suscribía la Orden Militar que asignaba “al comandante Camilo Cienfue­gos la misión de conducir una columna rebelde desde la Sierra Maestra hasta la provincia de Pinar del Río”.

Esa fuerza, denominada columna dos, partió el 21 de julio de un lugar conocido como El Salto rumbo a Cayajal y Providencia. En este último sitio, Camilo habló a la tropa: “Compañeros, se nos ha encomendado la difícil pero honrosa labor de llevar la guerra a Occidente. Recordemos todos de que esta columna llevará el nombre de Antonio Maceo y que esta tarea ya fue realizada por el Titán de Bronce. Así es que nuestra obligación es cumplir con este deber. Podemos caer mu­chos en el camino, lo que sí no podemos es dejar de cumplir nuestra misión. Y si uno solo queda con vida, la cumplirá por todos nosotros”.

La tropa marchó hacia las márgenes del río Cauto. Allí, el 27 de agosto, se separó de ella el pelotón al mando de Cristino Naranjo (22 hombres), con la misión de operar en la zona. Hacia Camagüey se trasladaron los restantes 72, incluyendo cuatro capitanes y 11 tenientes. Además de la escuadra de la comandancia, contaba con tres pelotones, cuyos jefes eran los capitanes Orestes Guerra, William Gálvez y Antonio Sánchez Díaz (Pinares).

Se encontraron con el Cauto muy crecido. Tras cruzarlo con muchas dificultades, se detuvieron en la finca El Jardín. Un ciclón azotaba por aquellos días al Oriente cubano y los rebeldes, al reanudar la marcha el 4 de septiembre, tuvieron que afrontar cañadas desbordadas, valles anegados y caminos intransitables. Tres días después pudieron llegar al río Jobabo y entrar en suelo camagüeyano.

El nuevo escenario de operaciones era una despoblada llanura, baja y cenagosa, con pocos bosques, abundante en tembladeras, lagunas y pantanos. Tuvieron que soportar el hambre, la sed, nubes de mosquitos y jejenes y el cansancio de agotadoras jornadas. Lidiaron con el desconocimiento del terreno y la poca información sobre los movimientos de tropas enemigas. A su paso por el territorio, sostuvieron dos enfrentamientos con el Ejército batistiano sin sufrir bajas.

Sus dos únicos mártires, los tenientes Zenén Meriño y Delfín Moreno, cayeron en misiones de exploración.

Ya terminando septiembre Camilo consiguió dos camiones en el batey de Quesada, en la hoy provincia de Ciego de Ávila.

Atascados los vehículos a la entrada de la colonia Jacinta, ubicada entre los hoy centrales Ecuador y Ciro Redondo, los rebeldes fueron acogidos por los vecinos del villorrio cercano. En la escuela faltaba ese día la maestra, Pinares improvisó una clase y Camilo habló a los niños, a quienes convocó a que le pidieran a su profesora que todos los viernes les hablara de Martí, Maceo y los próceres de nuestras gestas de independencia. Se repartieron dulces y caramelos. Por último, todos cantaron a coro el Himno Nacional.

La columna enrumbó por la carretera a Morón hasta cerca de Ceballos. Sin comer ni tomar agua, los rebeldes atravesaron fincas, potreros y terraplenes. “Camagüey nos despidió como nos recibió: con un ciclón”, escribió Camilo en un informe a Fidel por aquellos días. El 7 de octubre los rebeldes acamparon en Llanadas de Alunao, ya en suelo espirituano. Al día siguiente confraternizaban con la tropa del comunista Félix Torres. Llegaban en un estado físico lamentable, pero alegres de haber cumplido la primera parte de la misión: llegar a Las Villas.

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