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La lucha por la defensa de la vida pasa hoy,

indiscutiblemente, por la necesidad de abolir

el sistema capitalista

 

Discurso pronunciado por Esteban Lazo Hernández, vicepresidente del Consejo de Estado, en la clausura de la Conferencia mundial de los pueblos sobre el cambio climático y los derechos de la Madre Tierra, en el estadio "Félix Capriles", Cochabamba, Bolivia, el 22·de abril de 2010, "Año 52 de la Revolución".

 

¡Viva la lucha de los pueblos de América·Latina y de todo el mundo!

 

¡Viva la lucha por la Madre Tierra!

 

Querido hermano Evo Morales, presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, y hoy, ante este grandioso acto, debemos decir de todo corazón, líder indiscutible de este noble y heroico pueblo de Bolivia;

 

Querido Presidente Hugo Chávez;

 

Compañeros del gobierno boliviano;

 

Otras autoridades presentes en este histórico acto;

 

Participantes en la Conferencia que concluye en el día de hoy;

 

Hermanas y hermanos defensores de la Madre Tierra, de la Pachamama, y comprometidos con la supervivencia de la especie humana:

 

La iniciativa del Presidente Evo de convocar a esta Conferencia para entablar un diálogo directo, franco y constructivo con los movimientos y organizaciones sociales, indígenas, científicas y los pueblos del mundo, a fin de analizar las verdaderas causas que provocan el cambio climático, es un hecho de extraordinaria importancia y de excepcional sentido humano.

 

Hemos escuchado hace unos minutos la lectura del excelente y profundo documento elaborado como resultado de esta primera cumbre, y puedo asegurarles a todos ustedes nuestro firme y decidido apoyo a ese documento que fue leído en la tarde de hoy.

 

Quisiera también trasladar un fraternal saludo del Presidente Raúl Castro y del líder de la Revolución Cubana, nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro, quienes han seguido muy de cerca el desarrollo de esta histórica cita, donde se demostró la conciencia de nuestros pueblos en torno al cambio climático y la determinación de contribuir a la búsqueda de soluciones verdaderas a este crucial fenómeno que amenaza la supervivencia de la humanidad.

 

Compañeras y compañeros:

 

Durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre medio ambiente y desarrollo, realizada en Río de Janeiro, en junio de 1992, el Comandante en Jefe Fidel sentenció, y lo repito por la actualidad que tiene:

 

"Si se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y tecnologías disponibles en el planeta. Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países para que haya menos pobreza y menos hambre en gran parte de la Tierra".

 

La lucha por la defensa de la vida pasa hoy, indiscutiblemente, por la necesidad de abolir el sistema capitalista con su estilo de vida y patrones de producción y consumo que arruinan el medio ambiente y conducen al hombre a una carrera desenfrenada hacia su autodestrucción.

 

Es intolerable que el ingreso total de los 500 individuos más ricos del mundo sea superior al ingreso de los 416 millones de personas más pobres.

 

Cómo explicar que un tercio de la población mundial carezca de atención médica y de medicamentos esenciales para garantizar la salud — situación que se agravará en la medida en que el cambio climático, la escasez de agua y de alimentos sean mayores —, en un mundo globalizado donde la población crece, los bosques desaparecen, la tierra agrícola disminuye, el aire se hace irrespirable y la especie humana corre el riesgo real de desaparecer.

 

Cómo es posible que se dediquen 12 millones de millones de dólares para rescatar bancos en quiebra y para entregar recompensas a los especuladores, cuando los recursos del planeta se requieren para salvar a la Madre Tierra y a la humanidad, a la que todos pertenecemos.

 

Ello demuestra cuáles son las prioridades de los países industrializados, que no son, precisamente, combatir con toda la fuerza de sus recursos al cambio climático y su irreparable consecuencia para los seres humanos.

 

El fracaso de la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones sobre Cambio Climático, celebrada en diciembre pasado en Copenhague, es motivo de profunda preocupación para todos. Fracasó debido a la falta de voluntad política de las naciones más desarrolladas para alcanzar compromisos ambiciosos de reducción de emisiones y a la práctica fraudulenta y excluyente que allí primaron.

 

El llamado Acuerdo de Copenhague fue resultado de negociaciones excluyentes y de la manipulación política del principal responsable histórico y actual del cambio climático; no refleja los requerimientos fundamentados por la ciencia ni responde al imperativo político de frenar el avance de este fenómeno global.

 

Es necesario que los movimientos y organizaciones sociales, indígenas, científicas y los pueblos del mundo se unan, tal y como se discutió en la mañana de hoy. Hay que exigir a los países desarrollados que reconozcan y salden su deuda climática con la humanidad.

 

La amplia participación en este evento es una expresión de que se está adquiriendo conciencia sobre la necesidad de los pueblos de luchar por ese objetivo, en el cual va la vida de todos.

 

Es preciso impulsar un verdadero proceso de participación ciudadana y consulta con la sociedad, y un diálogo abierto con y entre los pueblos, con el fin de llevar adelante acciones urgentes para evitar mayores daños y sufrimientos a la humanidad y a la Madre Tierra, tal y como se proyectó la Conferencia que concluyó en la mañana de hoy.

 

Precisamente hoy, 22 de abril, se celebra en las Naciones Unidas el día de la Madre Tierra, que fuera proclamado el pasado año por iniciativa del Presidente Evo Morales.

 

Debemos aprovechar esta conmemoración y toda oportunidad que se nos presente para trabajar por restablecer la armonía con la naturaleza y hacer valer los principios de solidaridad, justicia y respeto por la vida.

 

Los países desarrollados llevan sobre sus espaldas el peso del 76% de las emisiones acumuladas en la atmósfera y, por tanto, deben asumir la plena responsabilidad por el impacto histórico y actual que sus economías y estilos de vida le han ocasionado al equilibrio climático global.

 

Las últimas estadísticas demuestran que las emisiones de gases de efecto invernadero de los países altamente desarrollados se incrementaron en un 12,8% entre el año 1990 y el 2007.

 

Estados Unidos, en ese mismo periodo, experimentó un aumento de sus emisiones del 15,8% y concentró el 55% del crecimiento total de las emisiones de todos los países desarrollados.

 

Estados Unidos no puede continuar manteniendo a la comunidad internacional como rehén de su política doméstica y debe someterse a las mismas reglas que el resto de los países desarrollados.

 

Resulta injusto e inaceptable para los pueblos, movimientos y organizaciones sociales del Sur, que los países desarrollados pretendan transferir el costo de sus compromisos de reducción de gases de efecto invernadero, resultante de la responsabilidad histórica que les corresponde con el cambio climático, hacia las empobrecidas economías de los países subdesarrollados.

 

Reclamamos que se respete el derecho al desarrollo de los países del Sur, y que este desarrollo tenga lugar en un ambiente sano y ecológicamente equilibrado.

 

Los países desarrollados deben comprometerse a aportar los recursos nuevos y adicionales necesarios para la ejecución y fomento de los programas nacionales de adaptación y mitigación al cambio climático en los países en desarrollo.

 

No basta con promesas insuficientes, que casi nunca se materializan o que cuando se concretan se quedan en niveles inferiores a los inicialmente prometidos.

 

El vergonzoso escenario de Copenhague, marcado por la represión brutal contra las pacíficas manifestaciones y demandas de los movimientos sociales y la sociedad civil en general, no puede volver a repetirse.

 

Queridos compañeras y compañeros:

 

El compañero Evo Morales puede estar orgulloso de que a sus contundentes triunfos en las elecciones del pasado diciembre y del reciente 4 de abril, se une hoy el rotundo éxito de esta Conferencia y su liderazgo mundial en esta importante batalla.

 

La revolución democrática y cultural boliviana constituye un ejemplo para muchos países del mundo, que ven en este proceso una esperanza para la construcción de una sociedad con nuevos principios y valores, encaminados a generar bienestar social y proteger la naturaleza y los recursos que generosamente ella nos brinda.

 

Hace apenas tres días, en Venezuela, en el marco de la conmemoración del Bicentenario, culminó en Caracas la IX Cumbre extraordinaria de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América, evento que dio continuidad al desarrollo de un nuevo tipo de relaciones de cooperación y solidaridad entre los países que formamos parte de este mecanismo y que concluyó en un preludio importante para esta cumbre que hoy celebramos.

 

Estar en esta hermana tierra boliviana, necesariamente nos hace recordar a uno de los hombres más grandes de América·Latina, al Comandante Ernesto Che Guevara, quien dio su vida por una América·Latina independiente, dueña de su riqueza y de su destino; como ayer lo hiciera el Che, hoy médicos y maestros cubanos recorren los más intrincados parajes luchando por la vida y por un futuro mejor para el pueblo boliviano y para otros pueblos de nuestra América.

 

Hoy los enemigos de la humanidad acuden a la mentira y la infamia y redoblan sus amenazas contra nuestros pueblos, contra todos aquellos que luchan por la soberanía y la independencia, por la vida y por la Madre Tierra.

 

Quisiera reiterar en este histórico lugar y en esta histórica conferencia, a nombre del pueblo y del gobierno, que Cuba no cederá frente al chantaje y las presiones del imperialismo norteamericano (Aplausos y exclamaciones) y de sus aliados europeos, que no se resignan a aceptar que Cuba tiene derecho a existir libre y soberana. ¡Cuba no permitirá jamás imposiciones ni injerencias externas! ¡Cuba no volverá jamás a ser una colonia yanki!

 

Agradezco, a nombre del pueblo cubano, la permanente solidaridad de Bolivia y de su pueblo y de los pueblos de América·Latina hacia nuestro pueblo.

 

Compañeras y compañeros:

 

Hemos vivido en Cochabamba jornadas inolvidables. Aquí se ha renovado nuestro compromiso con la Madre·Tierra, con nuestro planeta. En esta lucha aún debemos recorrer un largo camino, con rapidez y firmeza, por arduo que ello sea, pues como dijera también el compañero Fidel en la Conferencia de Naciones Unidas sobre medio ambiente y desarrollo, en 1992: "Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo".

 

Muchas gracias.

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

 

Continuemos la lucha por la salvación de nuestra

especie por un mundo mejor y posible

 

Intervención de Esteban Lazo Hernández, vicepresidente del Consejo de Estado, en la Conferencia mundial de los pueblos sobre el cambio climático y los derechos de la Madre Tierra, en Cochabamba, Bolivia, el 22 de abril de 2010, "Año 52 de la Revolución".

 

Compañero Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales Ayma;

 

Estimados representantes de los movimientos sociales reunidos en esta histórica cita;

 

Distinguido compañero Hugo Chávez;

 

Representantes de los diferentes gobiernos:

 

Realmente para nosotros, que tuvimos la posibilidad de participar en Copenhague, ha resultado impresionante el profundo, serio y reflexivo trabajo que los 17 grupos han desarrollado durante estos días, y, sobre todo, el resumen profundo, serio y responsable que han hecho aquí los cuatro compañeros que han hablado, por lo cual nos unimos a ellos. Por ello felicitamos a todos los participantes y estén seguros de que trabajaremos unidos para hacer realidad lo que ustedes han dicho: salvar la vida, salvar la Madre Tierra. Y yo sugiero, si es posible, poder hacer un resumen de estas cuatro intervenciones que se hicieron en la mañana de hoy como parte del trabajo que todos debemos desarrollar.

 

Ustedes conocen, desde hace mucho tiempo, los planteamientos que sobre este tema ha hecho el compañero Fidel Castro. Al salir para participar con ustedes en esta conferencia, se me pidió que les trasladara un fraternal saludo del presidente Raúl Castro y de nuestro líder de la Revolución Cubana, el compañero Fidel, quienes han seguido muy de cerca el desarrollo de esta histórica cita.

 

El 18 de diciembre de 2009 fuimos testigos, en Copenhague, del fracaso en los intentos de hallar una solución eficaz a la más grave amenaza que se cierne hoy sobre la humanidad: el calentamiento global provocado por el aumento de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera.

 

El mundo y ustedes habían puesto sus esperanzas en la Cumbre de Copenhague. Largos e intensos años de preparación y negociaciones precedieron aquella cita. Decenas de líderes y miles de representantes de los movimientos sociales e instituciones científicas acudieron a Copenhague, animados por la magnitud del cambio climático provocado por la irracionalidad de las sociedades de consumo del mundo capitalista y por la necesidad de hallarle alguna solución. Sin embargo, la manipulación, el egoísmo y la falta de voluntad política de los países desarrollados, particularmente del mayor contaminador y responsable del cambio climático global, tornaron esa conferencia en un imperdonable fracaso.

 

En Copenhague se desconocieron los reclamos de la ciencia y las justas y necesarias demandas de la humanidad. Allí se reprimió brutalmente a los miles de representantes de la sociedad civil que viajaron a esa capital europea en defensa de la Madre Tierra.

 

Una vez más quedó en evidencia la esencia del sistema capitalista, esa esencia que permite que se dediquen 12 millones de millones de dólares a salvar bancos y a recompensar a especuladores en una gravísima crisis que ellos mismos provocaron y no en invertir ese dinero en algo tan importante como es salvar la vida, salvar la Madre Tierra.

 

Estamos frente a un peligro realmente inminente y sus efectos son ya visibles y a su vez devastadores.

 

No podemos permanecer impasibles — como han expresado ustedes — ante estos hechos, ni tampoco al ver cómo el ingreso total de los 500 individuos más ricos del mundo es superior al ingreso de los 416 millones de personas más pobres, ni contemplar pasivamente cómo cerca de 1000 millones de ciudadanos del primer mundo derrochan alrededor de la mitad de la energía del planeta cuando más de 2000 millones de pobres carecen siquiera de electricidad.

 

No podemos ser indolentes ante la realidad de que un tercio de la población mundial carece de atención médica y de medicamentos esenciales para garantizar la salud.

 

Esta situación se agravará en la medida en que el cambio climático, la escasez de agua y de alimentos sean mayores en este mundo globalizado, donde la población crece, los bosques desaparecen, la tierra agrícola disminuye, el aire se hace irrespirable y la especie humana corre el riesgo real de desaparecer.

 

Exijamos un orden internacional más justo y racional para toda la humanidad, como han expresado aquí ustedes. No permitamos que los países desarrollados tomen como rehén de su política consumista las negociaciones internacionales sobre el cambio climático. Los pueblos del mundo han de ponerse en fila para que — como dijera José Martí — "no pase el gigante de las siete leguas".

 

Impulsemos un verdadero proceso de participación ciudadana y consulta con la sociedad, y de un diálogo abierto con y entre los pueblos, con el fin de lIevar adelante acciones urgentes para evitar mayores daños y sufrimientos a la humanidad y la Madre Tierra.

 

Esta Conferencia, convocada por el compañero Evo, es una contribución decisiva en la defensa de la Madre Tierra, en la que debemos ser inclaudicables.

 

Exijamos en Cancún que se analicen las verdaderas causas del cambio climático y no sólo sus consecuencias. Comprometamos a los gobiernos del mundo para que las negociaciones futuras ayuden a transitar hacia un modelo económico verdaderamente sostenible.

Los países desarrollados deben respetar el principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas y el derecho de nuestros pueblos al desarrollo y a un espacio atmosférico justo.

 

Exijámosle al mundo industrializado, que es el mayor responsable del cambio climático, que se comprometa a aportar los recursos nuevos y adicionales necesarios y pague la multimillonaria deuda ecológica mencionada por Fidel en su histórico discurso en la Cumbre de Río de 1992, en la cual expresó — y cito:

 

"Si se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y tecnologías disponibles en el planeta. Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países para que haya menos pobreza y menos hambre en gran parte de la tierra."

 

La Madre Tierra nos está pasando factura por el abuso, y los que más han abusado son los que se oponen a tomar medidas, y por lo general culpan a los países subdesarrollados. Si no les imponemos la voluntad del planeta a unos cuantos ricos que lo han contaminado, o logramos que cesen de hacerlo al menos, lo que tocará vivir a los humanos será un desastre que hará imposible la supervivencia de nuestra especie.

 

Cabe aquí una pregunta: ¿Habrá conciencia en los países más desarrollados, sobre todo los que expresan defender los derechos humanos, de que lo que dejemos de hacer por detener las consecuencias del cambio climático irá en contra del ser humano, de la especie humana y de la vida del hombre? Estamos todavía a tiempo de lograr que reflexionen y hagan todo lo posible por salvar la naturaleza y a nuestra especie, a la cual todos pertenecemos.

 

Reclamémosle a Estados Unidos, que continúa siendo el mayor contaminante del mundo, que ratifique el Protocolo de Kyoto y se comprometa con una segunda fase de compromisos más ambiciosos.

 

Sirvan estas sesiones que ustedes han protagonizado para propiciar un verdadero movimiento mundial a favor de los derechos de la Madre Tierra y de la humanidad toda. Continuemos la lucha por la salvación de nuestra especie y por un mundo mejor y posible al que no debemos renunciar, porque sería una gran irresponsabilidad de los que podemos y tenemos la obligación de impedirlo.

 

Muchas gracias y felicidades, compañeros.

 

¡Junto a ustedes estaremos en la lucha!