Cento anni di Carlos Lechuga

Fabián Escalante  https://lapupilainsomne.wordpress.com

Oggi Carlos Lechuga Hevia, compirebbe 100 anni e per questo motivo ci siamo riuniti, un gruppo di amici e parenti, per commemorare questo evento.

Conoscevo Carlos da molto prima, negli anni Cinquanta, per i suoi articoli su Boemia sempre precisi, ribelli e anti-batistani. Nel calore della Rivoluzione, ne persi le tracce, fino a quando nel 1963 appresi dei suoi sforzi all’ONU, guidati da Fidel, per trovare una soluzione politica al conflitto, che esiste ancora oggi, con gli USA.

In seguito, passarono gli anni senza che le nostre strade s’incontrassero, anche se alcuni comunicati stampa recensirono il suo lavoro come diplomatico e giornalista.

Tuttavia, non fu fino al 1991 che ci incontriamo in una riunione convocata sulle cause, conseguenze e lezioni della Crisi d’Ottobre del 1962, nelle isole di Antigua e Barbuda, a cui entrambi concorremmo come membri della delegazione cubana.

La conversazione con lui, mentre l’aereo era in volo, fu fluida, cordiale ed istruttiva e fu relazionata alle iniziative politiche, che circa la Crisi, realizzò il segretario ONU, U Thant, nella sua visita a Cuba, le posizioni difese da Fidel e l’esito del conflitto. Ricordo che fu una lezione magistrale, non solo per il suo contenuto, ma per la piacevolezza e amicale.

Poi, prima d’iniziare l’evento, essendo il primo che doveva iniziare il dibattito, gli chiesi consiglio, poiché gli americani hanno sempre insistito nell’incolpare Cuba e l’URSS per il posizionamento “subdolo e segreto” dei missili sull’isola per aggredire il loro paese, come se prima nulla fosse accaduto, come se prima non ci fosse stata una lunga storia di aggressioni e atti di guerra.

Così, abbiamo progettato la strategia e cominciamo l’intervento che in qualche momento si vide interrotto dal disagio dell’ex segretario alla difesa yankee Robert McNamara, sopraffatto dalle prove presentate sugli obiettivi e finalità dell’ Operazione Mangusta, che secondo il piano elaborato dagli USA doveva concludersi con un’invasione militare di Cuba, nell’ottobre del 1962.

In altre parole, con missili o senza di loro, nell’ottobre di quell’anno, si sarebbe prodotta una crisi nei Caraibi, poiché i cubani come a Girón, ci saremmo difesi fino all’ultimo uomo e donna.

E poi al ritorno nell’isola, mi ha accolto non solo come amico, ma con affetto toccante, simile ad un figlio. Ho avuto il privilegio di essere incluso nella cerchia dei suoi amici intimi e della sua famiglia. È così che si è sviluppata la nostra relazione da quel momento in poi. Conversavamo frequentemente, soprattutto quando nei giorni difficili e indimenticabili del periodo speciale, gli chiedevo un consiglio od opinione politica. Insieme abbiamo partecipato al Seminario sull’Assassinio di John F. Kennedy che si celebrò alle Bahamas nel 1995.

All’inizio del secolo, gli chiesi di scrivere il prologo di uno dei miei primi libri, Operazione Mangusta, che accettò affettuosamente.

Ho avuto il privilegio di pranzare con lui il giorno prima della sua morte. Quel giorno mi chiamò per parlare e darmi qualche idea su come scrivere e presentare un episodio o trama, in due parole: per insegnarmi su come arrivare al lettore con argomenti complessi e storici, qualcosa che mi ricorda l’intervista che Lilian gli ha fatto e pubblicato in Barcos de Papel. Siamo rimasti fino quasi al tramonto e per qualche motivo non voleva che me ne andassi. Forse comprese che le forze lo stavano lasciando o il desiderio di sentire la compagnia di un amico.

Il giorno dopo, mi informarono che era molto grave in ospedale e lì accorsi immediatamente, solo che era già troppo tardi. Carlos Lechuga, un uomo dalla testa ai piedi, rivoluzionario, giornalista, diplomatico, era morto. Cuba ha perso un figlio emerito ed io un caro amico.

Carlos, felice centenario!


Cien años de Carlos Lechuga

Por Fabián Escalante

Carlos Lechuga Hevia cumpliría un día como hoy 100 años y por tal razón nos hemos reunidos un grupo de familiares y amigos, para conmemorar tal acontecimiento.

Conocía a Carlos desde mucho antes, en los cincuentas, por sus artículos en Bohemia siempre atinados, rebeldes y antibatistianos. En el fragor de la Revolución, le perdí la pista, hasta que en 1963 supe de sus esfuerzos en ONU, orientados por Fidel, para encontrar una solución política al conflicto, que aún hoy existente con Estados Unidos.

Después, los años transcurrieron sin que nuestros caminos se encontraran, aunque alguna nota de prensa reseñara su labor como diplomático y periodista.

Sin embargo, no fue hasta 1991, que nos encontramos en una reunión convocada sobre las causas, consecuencias y lecciones de la Crisis de Octubre de 1962, en las Islas de Antigua y Barbuda, a la que ambos concurrimos como integrantes de la delegación cubana.

La conversación con él, mientras el avión volaba, fue fluida, agradable e instructiva y estuvo relacionada con las gestiones políticas que en torno a la Crisis realizó el secretario de Naciones Unidas U. Thant en su visita a Cuba, las posiciones defendidas por Fidel y el desenlace del conflicto. Recuerdo que fue una clase magistral, no solo por su contenido, sino por lo amena y amistosa.

Luego, antes de comenzar el evento, por ser el primero que debía iniciar el debate, le solicité consejo, pues los americanos siempre se han empeñado en culpar a Cuba y la URSS por el emplazamiento “artero y secreto” de los misiles en la Isla para agredir a su país, como si antes nada hubiese ocurrido, como si antes no hubiera existido una larga historia de agresiones y actos de guerra.

Así, diseñamos la estrategia y comenzamos la intervención que en algún momento se vio interrumpida por el malestar del ex secretario de defensa yanqui Robert McNamara, abrumado por las evidencias presentadas sobre los fines y propósitos de la Operación Mangosta, que según el plan elaborado por Estados Unidos debía concluir con una invasión militar a Cuba, en octubre de 1962.

En otras palabras, con cohetes o sin ellos, en octubre de ese año, se iba a producir una crisis en el Caribe, pues los cubanos como en Girón, nos defenderíamos hasta el último hombre y mujer.

Ya después, al regreso a la Isla, me acogió no solo como amigo, sino con un afecto entrañable, próximo a un hijo. Tuve el privilegio de verme incluido en el círculo de sus cercanas amistades y familiar. Así se desarrolló nuestra relación a partir de entonces. Conversábamos frecuentemente, sobre todo, cuando en los días difíciles e inolvidables del periodo especial, le solicitaba un consejo o punto de vista político. Juntos participamos en el Seminario que sobre el Asesinato de John F. Kennedy se efectuó en Bahamas en 1995.

En los comienzos del siglo, le solicité me prologara uno de mis primeros libros, Operación Mangosta, lo que aceptó cariñosamente.

Tuve el privilegio de almorzar con él el día antes de su deceso. Aquel día me llamó para conversar y darme algunas ideas sobre cómo escribir y exponer un episodio o trama, en dos palabras: para enseñarme cómo llegar al lector con temas complejos e históricos, algo que me recuerda la entrevista que Lilian le hizo y publicó en Barcos de Papel. Estuvimos hasta casi el anochecer y por alguna razón no quería que me marchara. Quizás comprendió que las fuerzas le abandonaban o el deseo sentir la compañía de un amigo.

Al día siguiente, me informaron que estaba muy grave en el hospital y allí concurrí de inmediato, solo que ya era tarde. Carlos Lechuga, un hombre de pies a cabeza, revolucionario, periodista, diplomático, había fallecido. Cuba perdió a un hijo emérito y yo a un amigo entrañable.

Carlos, Feliz centenario!

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