El Amauta

Ammirata in particolare dal Che, l’opera di Mariátegui fu pubblicata, per la prima volta, in modo massiccio nella Cuba rivoluzionaria.

Yeilén Delgado Calvo

Si suole parlare di lui con accento superlativo: uno dei maggiori studiosi della realtà latinoamericana; il pensatore marxista più vigoroso e originale che l’America Latina abbia conosciuto; il più grande filosofo marxista dell’America Latina… e reralmente, José Carlos Mariátegui La Chira (Perù, 14 giugno 1894 – 16 aprile 1930) lo merita.

Tuttavia, a 130 anni dalla sua nascita, più che apprezzarlo, è necessario utilizzare tutto questo patrimonio per una corretta interpretazione dei contesti e, persino, superarlo. Lo aveva avvertito lui stesso: “Non vale il grido isolato, per quanto lungo sia il suo eco; vale la predicazione costante, continua, persistente. Non vale l’idea perfetta, assoluta, astratta, indifferente ai fatti, alla realtà mutevole e mobile; vale l’idea germinale, concreta, dialettica, operante, ricca di potenzialità e capace di movimento”.

Questi ultimi tratti distinguono il sistema di pensiero genuino, basato sul marxismo come metodo di studio, che Mariátegui fu capace di articolare; convinto che il socialismo sia nella tradizione americana.

La ricchezza intellettuale dell’uomo anche conosciuto come Amauta (dal quechua, saggio o maestro) contrastava con le sofferenze del suo corpo. In tenera età, un incidente lo rese invalido a una gamba e dovette abbandonare la scuola. Dalla solitudine, iniziò a formarsi una vasta cultura autodidatta, consolidata nei giornali, dove passò da operaio delle macchine da stampa a giornalista; nel contatto con altri intellettuali e, successivamente, in Europa.

Nel marxismo trovò un corpo teorico essenziale, arricchendolo con una visione eterodossa e contestualizzata che lo rese simpatico a molti comunisti della sua epoca.

Dopo che la gamba, precedentemente lesionata, richiese l’amputazione e lui rimase su una sedia a rotelle, Mariátegui continuò la sua febbrile attività: fondò il Partito Socialista Peruano, la Confederazione Generale dei Lavoratori del Perù, e pubblicò sette saggi sull’interpretazione della realtà peruviana, la sua opera principale.

“Probabilmente sarei guarito del tutto con una vita riposata, ma né la mia povertà né la mia inquietudine spirituale me lo consentono”, confessò una volta e, certamente, tale dedizione gli causò la morte in piena giovinezza.

Ma prima di questo, aveva lasciato un’impronta indiscutibile – per esempio – creando la rivista rinnovatrice Amauta (che promosse il movimento artistico indigenista e l’avanguardia), comprendendo il fenomeno letterario dal punto di vista estetico, storico e sociale; o stabilendo verità come questa, ampiamente citata ma sempre vigorosa: “Non vogliamo, certamente, che il socialismo in America sia una copia fedele. Deve essere una creazione eroica. Dobbiamo dare vita, con la nostra propria realtà, col nostro proprio linguaggio, al socialismo indoamericano”.


El Amauta 

Admirada especialmente por el Che, la obra de Mariátegui fue publicada, por primera vez, de forma masiva en la Cuba revolucionaria

Yeilén Delgado Calvo

Se suele hablar de él con acento superlativo: uno de los mayores estudiosos de la realidad latinoamericana; el pensador marxista más vigoroso y original que América Latina haya conocido; el más grande filósofo marxista de Latinoamérica… y, realmente, José Carlos Mariátegui La Chira (Perú, 14 de junio de 1894-16 de abril de 1930) lo merece.

No obstante, a 130 años de su nacimiento, más necesario que justipreciarlo, es usar todo ese acervo en pos de la adecuada interpretación de los contextos e, incluso, superarlo. Así lo advertía él mismo: «No vale el grito aislado, por muy largo que sea su eco; vale la prédica constante, continua, persistente. No vale la idea perfecta, absoluta, abstracta, indiferente a los hechos, a la realidad cambiante y móvil; vale la idea germinal, concreta, dialéctica, operante, rica en potencia y capaz de movimiento».

Esos últimos rasgos distinguen el sistema de pensamiento genuino, a partir del marxismo como método de estudio, que Mariátegui fue capaz de articular; convencido de que el socialismo está en la tradición americana.

La riqueza intelectual del también conocido como Amauta (del quechua, sabio o maestro) contrastaba con los padeceres de su cuerpo. En la niñez, un accidente le inutilizó una pierna y debió abandonar la escuela. Desde la soledad, inició la formación de una amplia cultura autodidacta, que consolidó en los periódicos, en los que pasó de obrero de las prensas a periodista; en el contacto con otros intelectuales, y luego en Europa.

En el marxismo encontró un cuerpo teórico esencial, y lo enriqueció desde una visión heterodoxa y contextualizada, que no les simpatizó a muchos comunistas de su época.

Luego de que por la antigua lesión le fuera amputada la pierna, y quedara en silla de ruedas, Mariátegui siguió su febril actividad: fundó el Partido Socialista Peruano, la Confederación General de Trabajadores del Perú, y publicó siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, su obra medular.

«Ya habría seguramente curado del todo con una existencia reposada, pero ni mi pobreza ni mi inquietud espiritual me lo consienten», confesó una vez, y ciertamente, esa entrega le causaría la muerte en plena juventud.

Pero antes de eso, había dejado una huella indiscutible al –por ejemplo– crear la renovadora revista Amauta (que impulsó el movimiento artístico indigenista y la vanguardia), entender el fenómeno literario desde lo estético, histórico y social; o establecer verdades como esta, ampliamente citada, pero siempre vigorosa: «No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indoamericano».

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