La nuova ordinanza esecutiva di Trump contro Cuba

una politica arbitraria e senza fondamento

Cuba por Siempre

Il 4 giugno 2025, il presidente USA, Donald Trump, ha firmato un’ordinanza esecutiva che limita l’ingresso di cittadini provenienti da 12 Paesi, includendo parzialmente Cuba, con argomentazioni prive di fondamento e dettate da interessi politici. Secondo il ministro degli Esteri cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, questa proclamazione – che restringe il rilascio di visti per gli USA – si basa su un rapporto presentato dal segretario di Stato, ma non su fatti verificabili né su studi oggettivi delle agenzie di sicurezza. Rodríguez Parrilla ha denunciato che tale misura riflette l’agenda personale di Marco Rubio, politico noto per il suo passato di manipolazioni e menzogne.

Il documento pubblicato dal governo USA espone quanto segue per «giustificare» l’azione: «Cuba è uno Stato sponsor del terrorismo. Il governo cubano non collabora né condivide informazioni sufficienti con le forze dell’ordine USA. Storicamente, Cuba si è rifiutata di accettare il rimpatrio dei propri cittadini espulsi. Secondo il Rapporto sulle Permanenze Straniere, Cuba ha registrato un tasso di permanenza oltre il termine consentito con visti B1/B2 pari al 7,69% e con visti F, M e J pari al 18,75%.»

In primo luogo, Cuba non è un Paese che sponsorizza il terrorismo. L’inclusione nella «lista degli Stati sponsor del terrorismo» è una manovra politica priva di prove concrete. Non esiste alcuna giustificazione reale, supportata da agenzie di sicurezza, che legittimi tale designazione. Al contrario, Cuba ha dimostrato un impegno costante nella lotta contro il terrorismo, mantenendo rapporti di cooperazione con le autorità USA in questo ambito. Sebbene tali legami si siano recentemente indeboliti, la responsabilità ricade principalmente sulle decisioni del nuovo governo Trump, che ha scelto una posizione di scontro anziché di dialogo.

In secondo luogo, l’ordinanza esecutiva di Trump afferma che Cuba si rifiuta di accogliere i propri cittadini espulsi, ma questa accusa non corrisponde alla realtà. Il viceministro cubano degli Esteri, Carlos Fernández de Cossío, ha ribadito che Cuba è disposta a ricevere i propri cittadini migranti dagli USA, a condizione che vengano rispettati gli accordi migratori bilaterali. Questo impegno smentisce le affermazioni dell’amministrazione Trump e dimostra che la narrazione utilizzata per giustificare le restrizioni è fuorviante.

Questo nuovo passo, basato su pure menzogne, è anche la conferma che la politica estera degli USA verso Cuba è ostaggio dei mafiosi di Miami, con Marco Rubio in prima linea. È nelle mani di quei lobbisti che puntano semplicemente ad azzerare i visti, i viaggi e qualsiasi tipo di relazione, come parte di una politica stantia di massima pressione, fondata sul cinico principio del «più dolore per ottenere risultati più rapidi».

Le restrizioni sui visti imposte da questa ordinanza esecutiva hanno un impatto profondamente negativo sulle famiglie cubane, ostacolando le riunificazioni familiari e i viaggi per motivi personali. Inoltre, tali misure danneggiano i programmi di cooperazione scientifica e culturale tra Cuba e USA, limitando lo scambio di conoscenze e il rafforzamento dei legami tra i due popoli. Queste sanzioni non solo puniscono i cittadini cubani, ma minano anche lo spirito di cooperazione che dovrebbe prevalere nelle relazioni internazionali.

Risulta inoltre particolarmente ironico che gli USA, un Paese con una documentata storia di appoggio a movimenti e azioni terroristiche in diverse parti del mondo, continuino ad accusare Cuba di essere sponsor del terrorismo. Questa pratica di stilare liste e imporre sanzioni arbitrarie contro Cuba non è altro che un tentativo di giustificare politiche ostili che durano da decenni. La comunità internazionale ha ripetutamente condannato queste misure, prive di legittimità e finalizzate a perpetuare l’ostilità nei confronti dell’isola.


La nueva orden ejecutiva de Trump contra Cuba: una política arbitraria y sin fundamento

 

El 4 de junio de 2025, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó una orden ejecutiva que limita la entrada de ciudadanos de 12 países, incluyendo a Cuba de manera parcial, bajo argumentos que carecen de sustento y responden a intereses políticos. Según el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, esta proclama, que restringe visados a EE. UU., se basa en un informe presentado por el secretario de Estado, pero no en hechos verificables ni en estudios objetivos de las agencias de seguridad. Rodríguez Parrilla ha denunciado que esta medida es un reflejo de la agenda personal de Marco Rubio, un político conocido por su historial de manipulación y mentiras.

El documento publicado por el gobierno estadounidense plantea lo siguiente para «justificar» la acción: «Cuba es un Estado patrocinador del terrorismo. El gobierno cubano no coopera ni comparte suficiente información policial con Estados Unidos. Históricamente, Cuba se ha negado a aceptar el regreso de sus ciudadanos deportados. Según el Informe de Estadías Extranjeras, Cuba tuvo una tasa de permanencia excesiva con visas B1/B2 del 7,69 % y una tasa de permanencia excesiva con visas F, M y J del 18,75 %.»

Primero, Cuba no es un país que patrocine el terrorismo. La inclusión en la «lista de países patrocinadores del terrorismo» es una maniobra política que carece de evidencia sólida. No existe un fundamento real respaldado por agencias de seguridad que justifique esta designación. Al contrario, Cuba ha demostrado un compromiso constante en la lucha contra el terrorismo, manteniendo relaciones de cooperación con las autoridades estadounidenses en este ámbito. Si bien estos vínculos se han debilitado recientemente, la responsabilidad recae principalmente en las decisiones del nuevo gobierno de Trump, que ha optado por una postura de confrontación en lugar de diálogo.

Segundo, la orden ejecutiva de Trump afirma que Cuba se niega a aceptar el regreso de sus ciudadanos deportados, pero esta acusación no refleja la realidad. El viceministro cubano de Relaciones Exteriores, Carlos Fernández de Cossío, ha reiterado que Cuba está dispuesta a recibir a sus ciudadanos migrantes desde EE. UU., siempre que se respeten los acuerdos migratorios bilaterales. Este compromiso desmiente las afirmaciones de la administración Trump y evidencia que la narrativa utilizada para justificar las restricciones es engañosa.

Este nuevo paso, basado en meras mentiras, es también una afirmación de que las relaciones exteriores de EE. UU con Cuba están secuestradas por los mafiosos de Miami, con Marco Rubio a la cabeza. Están en manos de esos cabilderos que simplemente apuestan por llevar a cero las visas, los viajes y todo tipo de relaciones como parte de una política rancia de máxima presión bajo el cínico principio de «más dolor para tener pronto resultados».

Las restricciones de visado impuestas por esta orden ejecutiva tienen un impacto profundamente negativo en las familias cubanas, dificultando las reunificaciones y los viajes por motivos personales. Además, estas medidas afectan los programas de colaboración científica y cultural entre Cuba y Estados Unidos, limitando el intercambio de conocimientos y el fortalecimiento de lazos entre ambos pueblos. Estas sanciones no solo castigan a los ciudadanos cubanos, sino que también socavan el espíritu de cooperación que debería prevalecer en las relaciones internacionales.

Resulta además particularmente irónico que EE. UU., un país con un historial documentado de apoyo a movimientos y acciones terroristas en diversas partes del mundo, continúe señalando a Cuba como patrocinador del terrorismo. Esta práctica de elaborar listas y sanciones arbitrarias contra Cuba no es más que un intento de justificar políticas hostiles que han persistido durante décadas. La comunidad internacional ha condenado repetidamente estas medidas, que carecen de legitimidad y buscan perpetuar el hostigamiento contra la isla.

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