Discurso pronunciado por Miguel M. Díaz-Canel Bermúdez

Discurso pronunciado por Miguel M. Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en la clausura del Tercer Periodo Ordinario de Sesiones de la IX Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en el Palacio de Convenciones, el 13 de julio de 2019, “Año 61 de la Revolución”.

Querido General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido;

Compañero Esteban Lazo Hernández, Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular;

Diputadas, diputados e invitados:

Hoy cerramos un ciclo de trabajo intenso y productivo.

Durante este periodo, el Parlamento no solo ha elaborado y aprobado tres nuevas leyes -como nos propusimos-, sino que paralelamente, a través de sus comisiones, ha evaluado actividades fundamentales del país, apuntando con precisión, seriedad y responsabilidad en qué se avanza y en qué no y cuánto es posible y necesario hacer para solucionar nuestros principales problemas.

Amplios resúmenes de los debates en las comisiones se han difundido a través de los medios. En todos se advierte un conocimiento más profundo y una mayor comprensión del momento que vivimos. Y lo más importante: se aprecia una clara identificación de los asuntos más apremiantes.

Las 38 actividades que recibieron fiscalización de las comisiones son precisamente aquellas en las que se concentran las quejas que afloraron en los estados de opinión de la población y las mismas para las que se decidieron las principales acciones de solución por parte del Gobierno.

Sé que, ante la magnitud de los obstáculos que generan la burocracia, la insensibilidad, la desidia y otros males, algunos creen que no será posible salir adelante y con cierta dosis de fatalismo, que paraliza y frena el entusiasmo, afirman que “esto no hay quien lo arregle”.

También conozco la preocupación sincera de quienes consideran que nos exigimos demasiado o que todo el mérito está en nuestra acción personal, que nos ocupamos, incluso, de tareas que “no son de un Presidente”.

Me pregunto qué tarea puede no ser del Presidente en una nación como Cuba, en una Revolución como la nuestra, cuando nos preceden los ejemplos de Fidel y de Raúl (Aplausos).

Ya lo dijo José Martí y lo probaron ellos: “…mover un país, por pequeño que sea, es obra de gigantes. Y quien no se sienta gigante de amor, o de valor, o de pensamiento, o de paciencia, no debe emprenderla”.

En nuestro caso, ya lo he dicho más de una vez, no solo trabajamos bajo la guía y con el acompañamiento del General de Ejército y de la generación histórica, también creemos profundamente en la obra colectiva. Y nuestro Consejo de Ministros está actuando, en general, con la intensidad y la urgencia que nos dicta la vida, a partir del intercambio constante con el pueblo, con el oído pegado a la tierra, que nos exige Raúl.

“Dentro de un siglo seremos esa historia de colegio que aburre a los niños porque ya, ya pasó… Ustedes no me están viendo, se están viendo a ustedes mismos”, dice Silvio en sus canciones, lo que me ayuda a responderles a los que personalizan los resultados.

La satisfacción con que clausuramos este periodo de sesiones nace de la calidad de los debates a los que hemos asistido en estos días. Y es de destacar el salto que se está produciendo en las proyecciones del órgano supremo del poder del Estado.

Vamos entendiendo que cada minuto es crucial para sostener el futuro y escuchamos intervenciones aportadoras, bien preparadas, expresión de un vínculo profundo con las bases y una orientación intencionada de los esfuerzos.

Satisface constatar, al mismo tiempo, que Gobierno y Asamblea están trabajando en sintonía. Juntos, nos consagramos hoy a buscar soluciones que nos permitan enfrentar la compleja situación económica en que nos ha sumido el recrudecimiento del bloqueo, la persecución financiera, la política criminal de la actual administración estadounidense, que en su regreso a la Doctrina Monroe persiste en el enfermizo empeño por borrar del mapa lo que ellos agresivamente catalogan como “eje del mal”, o sea, la Revolución Bolivariana, la Sandinista y la Cubana.

Lo que ignoran los adversarios es que 60 años de sanciones, amenazas y agresiones de todo tipo, no solo han curtido nuestra resistencia; la experiencia histórica de la Revolución es un libro insustituible de lecciones, la primera de ellas, el intercambio vivo y directo con el pueblo, fuente permanente de creatividad y de aliento.

De la generación histórica, de Fidel y de Raúl aprendimos a desechar el lamento inútil y a concentrarnos en buscar salidas, a convertir los desafíos en oportunidades y los reveses en victoria.

En esa escuela nos inspiramos hoy para promover el análisis integral y crítico de lo que anda mal o no anda, para quebrar el bloqueo interno y para pedirles a todos una actitud proactiva, inteligente, comprometida y colectiva, todo lo cual se ha expresado en esta sesión de la Asamblea, en la que hemos aprobado tres leyes, dando inicio al intenso ejercicio legislativo que precisa la Constitución para hacerse efectiva.

Después de un amplio proceso de consultas con diputados y no diputados en un nuevo ejercicio democrático que aportó al mejoramiento de los textos de cada una y a las normas jurídicas que apoyarán su implementación, ya tenemos una nueva Ley Electoral, que garantiza jurídicamente los procesos de elecciones a los diferentes niveles en el país y da respuesta a las Disposiciones Transitorias de la nueva Constitución. Además, hemos elegido a los miembros del Consejo Electoral Nacional, a quienes felicitamos.

Eso nos pone en condiciones de elegir en octubre, en la Asamblea Nacional del Poder Popular, los cargos fundamentales del Estado y posteriormente, antes de finalizar el año, designar a los integrantes del Consejo de Ministros.

La Ley de Símbolos Nacionales, por su parte, actualiza toda la normativa legal vigente sobre la materia, puntualiza y da mayor precisión a sus contenidos.

Como se ha reiterado, flexibiliza el uso de los símbolos nacionales, dentro de un estado de orden y respeto a la legislación, y promueve un mayor empleo de esos emblemas como expresión de los sentimientos patrios y de veneración a lo que representan: nuestra larga historia de lucha por la libertad, la independencia y la soberanía de la patria, a la que se agrede constantemente con una perversa guerra simbólica de signo colonial e imperialista.

No menos importante es la Ley de Pesca, por cuanto regula el necesario ordenamiento, la administración y control de la actividad pesquera, en función de la conservación y el aprovechamiento racional de los recursos hidrobiológicos en las aguas marítimas, fluviales y lacustres de la República de Cuba, con el fin de contribuir a la soberanía alimentaria de la nación.

Compañeras y compañeros:

Hay cautela entre los estudiosos sobre el desenvolvimiento de la economía mundial. Las actuales estimaciones sitúan el crecimiento promedio en un 3,3 %, inferior al 3,7 % proyectado en diciembre del pasado año.

Como sabemos y sufrimos, en el primer semestre la economía cubana se ha desenvuelto en un contexto de restricciones, fundamentalmente de divisas y combustibles, debido al recrudecimiento del bloqueo, la persecución financiera, la aplicación del Título III de la Ley Helms-Burton, la prohibición para los viajes de cruceros y otras medidas, que tienen el propósito de afectar fundamentalmente el turismo y la inversión extranjera, para asfixiarnos económicamente, provocando mayores carencias que irriten y desmovilicen a nuestro pueblo.

En este complejo escenario, en el primer semestre no se alcanzaron los ingresos previstos por exportaciones, con afectaciones fundamentalmente en el turismo, el níquel -cuyo precio bajó- y la exportación de azúcar. No obstante, se han cumplido niveles de producción que son esenciales para el país.

En el año 2018, una vez concluidos los cálculos y las conciliaciones de los niveles de actividad que determinan el comportamiento de la economía, se alcanza un crecimiento del Producto Interno Bruto del 2,2 %, superior al 1,2 % que, como estimado, informamos en el mes de diciembre de 2018.

Lo anterior implica que para alcanzar el crecimiento planificado en el año 2019 se requiere crecer más que lo inicialmente previsto.

En el presente año, aún en el ojo del huracán de las adversidades que el enemigo concibió para asfixiarnos, la economía cubana puede crecer ligeramente, gracias a que contamos con potencialidades para resistir y continuar avanzando en nuestro desarrollo.

Pero la cuesta de los desafíos aún no se remonta. El escenario en el cual se desempeñará el turismo cubano en el segundo semestre será más complejo. El mayor decrecimiento estará concentrado en los arribos marítimos por la cancelación de las operaciones de cruceros, lo cual impacta al mercado de los Estados Unidos principalmente.

En el periodo, el balance de divisas mantiene el equilibrio planificado. Igualmente se cumple la indicación de que el pago de deudas supere la toma de créditos, que es otra de las medidas fundamentales para no incrementar el endeudamiento externo.

El resultado alcanzado se debe al control que se ejerce desde el plan, sobre el endeudamiento externo del país, a partir de la premisa de no asumir más deudas de las que podamos pagar.

Ha existido déficit con la importación de combustible, lo que nos ha obligado a establecer medidas de restricción interna para su consumo evitando en lo posible afectaciones a la población y a las principales producciones y servicios de la economía. En este contexto adquieren mayor importancia el ahorro y el control, para poner cada litro donde más se necesita.

A pesar de las tensiones con el combustible se ha respaldado la generación de energía eléctrica y, como se ha informado a nuestro pueblo, se trabaja para garantizar esta durante el verano.

Las dificultades logísticas de los primeros meses del año provocaron incumplimientos en las entregas y arribos masivos de buques, situación que se estabiliza.

En el transcurso del año se ha insistido en la necesidad de recuperar la producción de carne de cerdo y se prioriza en la industria su utilización para la elaboración de productos conformados, con el objetivo de multiplicar su rendimiento e incrementar la oferta de productos cárnicos a la población.

La producción total de leche fresca crece por encima del plan.

Se ponen en explotación un grupo de inversiones para incrementar la capacidad de operación de cargas y de almacenamiento de combustibles, la transportación de pasajeros, la actividad turística, la producción de la industria química, y para favorecer los servicios hidráulicos y la generación eléctrica mediante el uso de fuentes renovables de energía.

Durante el primer semestre de 2019 se aprobaron 10 nuevos negocios con capital extranjero, que totalizan un monto de inversión comprometido de 1 395 millones de dólares.

Se proyecta al cierre del semestre la terminación de 15 748 viviendas.

La circulación mercantil minorista (CMM), se cumple al 95,1 %. En los análisis realizados se evidencia que no siempre existe correspondencia entre el respaldo de los aseguramientos y el real vendido, lo que confirma que existen potencialidades y condiciones para alcanzar los niveles previstos.

La tasa de desocupación es de 1,6 %, similar al periodo anterior, con un crecimiento esperado del 2 % de los ocupados en el sector no estatal, fundamentalmente en el trabajo por cuenta propia.

La liquidación del presupuesto correspondiente al 2018 muestra como resultado un déficit fiscal inferior a lo planificado.

El comportamiento de la ejecución del presupuesto en el primer semestre del año se caracteriza por un cumplimiento de los ingresos y un déficit inferior al programado.

¿Qué nos dicen en síntesis estos datos? Que el país avanza y que ninguna política imperial podrá superar nuestra voluntad de ir por más. Nada podrán lograr los aspirantes a verdugos del pueblo cubano frente al empeño de trabajar para vencer y derrotar la genocida política anticubana con el esfuerzo de todos.

Como escribió Fidel: “Nadie se haga la ilusión de que el pueblo de este noble y abnegado país renunciará a la gloria y los derechos, y a la riqueza espiritual que ha ganado con el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura.

“Advierto, además, que somos capaces de producir los alimentos y las riquezas materiales que necesitamos con el esfuerzo y la inteligencia de nuestro pueblo.”

He retomado esa frase de Fidel porque encierra una lección más que una predicción, fruto de su legendaria capacidad de viajar al futuro y regresar para contarlo, como la explicó un amigo argelino.

Durante los análisis en las comisiones de la Asamblea, más de una vez hablamos de los errores y deficiencias que provocaron los picos de desabastecimiento que nos afectaron en meses recientes. En primer lugar por la falta de liquidez, pero también, y esa es solo nuestra responsabilidad, por la mentalidad importadora. Importar acomoda y se transforma en un vicio que mata la iniciativa.

En Cuba producimos huevos, pero casi todo el pollo lo importamos. Y no había ningún proyecto de inversión extranjera en esa área. Hoy hay ocho proyectos identificados para la producción estatal de cerdo y pollo que incluyen la fabricación de pienso, no solo con materia prima importada, sino también utilizando granos de producción nacional e incorporando los resultados del programa del Comandante en Jefe para la alimentación animal.

Ese tema nos lleva a otros: la pobre gestión exportadora y la limitada inversión extranjera; el escaso encadenamiento de la producción nacional con la propia inversión extranjera y con actividades como el turismo, llamado a convertirse en locomotora de la economía nacional; la falta de visión sobre los aportes que puede hacer la informatización de la sociedad en absolutamente todos los ámbitos; o la subestimación del sector no estatal de la economía en los encadenamientos.

Hoy estamos realizando análisis periódicos para evaluar la implementación de las medidas que tienen que ver con nuestra economía y oportunamente informaremos acerca de nuevas decisiones sobre el comercio interior y otras que deben movilizar todas las reservas productivas del país.

No quiero aburrirlos con esos temas que hemos reiterado tanto. Solo queremos que estén al tanto de cuánto nos han aportado los recorridos por el país y el pensamiento colectivo en función de la batalla económica. Y cuánto y cómo trabajamos por promover las enormes potencialidades y reservas que aún tenemos para marchar adelante.

Debo dedicar, además, algunas palabras a la situación internacional y al papel y lugar de Cuba en esta nueva “hora de los hornos”, que la política de Washington ha impuesto al mundo.

Nuestra política exterior, que con la Revolución cumple este año su aniversario 60, ha continuado expandiendo los lazos de la nación en todas las regiones del planeta. Como fruto de la sostenida trayectoria liderada por Fidel desde el triunfo revolucionario, continúa inspirada en la solidaridad y el internacionalismo, el respeto al Derecho Internacional y los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas.

Cuba mantiene hoy relaciones de amistad y en muchos casos de cooperación con casi todos los países del mundo. Gozamos de respeto y confianza por nuestra contribución a la paz, nuestra lealtad a los compromisos y por la limpieza de nuestra conducta.

Contribuimos activamente a los esfuerzos internacionales a favor de la justicia, de la promoción de los derechos humanos, de la protección del medio ambiente, del fomento de la seguridad y, por supuesto, en defensa del derecho de los pueblos a la autodeterminación.

Disfrutamos de la gratitud de los pueblos con los cuales hemos compartido empeños y sacrificios de forma desinteresada, no pocas veces con riesgos de vida.

Nuestro esfuerzo de cooperación internacional involucra en estos momentos a cerca de 33 000 profesionales en 85 países, los que voluntariamente prestan servicios de salud, educación, construcción, deportes, entre otros. En Cuba se forman actualmente como profesionales unos 12 699 jóvenes de 133 naciones. Los vínculos con la mayoría de esos países son ejemplo exitoso de lo que las Naciones Unidas denominan “cooperación Sur-Sur”, basada en la complementariedad y en la autosostenibilidad entre países en desarrollo.

Somos parte de la comunidad internacional que hoy tiene el desafío de enfrentar la conducta agresiva y arrogante de los Estados Unidos, serio peligro para la paz, la seguridad y la existencia de las fuentes de las que depende la vida en el planeta asociado al uso de las armas nucleares y el progresivo cambio climático.

Quienes ahora tienen a su cargo la conducción política de tan influyente nación han demostrado que desprecian los compromisos e instrumentos jurídicos acordados libremente por la gran mayoría de los Estados, que desconocen el derecho a la autodeterminación de los pueblos y que niegan el principio de la igualdad soberana entre las naciones.

Creen que la voluntad de su Gobierno se puede imponer sobre otros, incluso sus propios aliados, por vía de la amenaza o el castigo, con la imposición de aranceles comerciales punitivos y otras medidas coercitivas y unilaterales. En casos más graves acuden a la guerra no convencional o a conflictos armados sin importar las consecuencias, a golpes de Estado o a la imposición abierta y desembozada del llamado “cambio de régimen”.

Se proponen destruir con celeridad el sistema de relaciones internacionales edificado en torno a las normas y principios de la Carta de las Naciones Unidas.

En el hemisferio occidental el Gobierno de los Estados Unidos ha declarado abiertamente la vigencia y aplicación de la infame Doctrina Monroe, viejo instrumento del colonialismo, el neocolonialismo y el imperialismo, que cuestiona el derecho a la autodeterminación, amenaza la soberanía de todas las naciones de América, sin excepción, y pretende intimidar al resto del mundo.

Contra la República Bolivariana de Venezuela los Estados Unidos han lanzado numerosos medios de agresión, todos proscritos por las Naciones Unidas. Permanecen sin rendir cuentas por el fomento de la violencia en ese país, el sabotaje económico, los planes de magnicidio, la aplicación de medidas económicas dirigidas a provocar el sufrimiento y la penuria de la población, el financiamiento y organización de golpes de Estado, el robo de los activos soberanos y por el uso oportunista de la ayuda humanitaria con fines de desestabilización política.

Reitero, una vez más, la firme solidaridad y apoyo de Cuba a la Revolución Bolivariana y chavista, a la unión-cívico militar de su pueblo, al Gobierno constitucional encabezado por el presidente Nicolás Maduro Moros y al esfuerzo de ese noble pueblo en defensa de su soberanía y en rechazo de la injerencia extranjera (Aplausos).

Contra Cuba la conducta de los Estados Unidos permanece aferrada al objetivo de lograr la asfixia económica mediante el endurecimiento del bloqueo, por el fomento de la subversión política, a la que dedica cada año decenas de millones de dólares con el ánimo de dividir, confundir y debilitar la unidad de nuestro pueblo, y por la feroz campaña de propaganda orientada a tratar de desacreditar a la Revolución, a sus dirigentes, su glorioso legado histórico; a denigrar las políticas económicas y sociales en favor del desarrollo y la justicia, a liquidar las fuerzas políticas de izquierda y los movimientos populares y a restablecer el macartismo para intentar destruir las ideas del socialismo.

Como señaló el compañero Raúl el pasado 10 de abril ante esta propia Asamblea:

“A pesar de su inmenso poder, el imperialismo no posee la capacidad de quebrar la dignidad de un pueblo unido, orgulloso de su historia y de la libertad conquistada a fuerza de tanto sacrificio”.

Compañeras y compañeros:

En unos días estaremos celebrando un nuevo aniversario, el 66, del asalto a los cuarteles Moncada de Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo, ciudad, esta última, que será sede de los festejos de este año por los resultados de la provincia que honra con su nombre a la generación que trajo a Cuba la libertad definitiva hace más de 60 años por Las Coloradas.

En representación de las generaciones que dan continuidad al proceso independentista iniciado por aquellas tierras hace casi 151 años, hablaremos en la conmemoración y seguramente habrá nuevas valoraciones que hacer sobre los progresos y los desafíos que nos esperan para la segunda mitad del año.

Pero hoy resulta impostergable llamar al pueblo de Cuba y especialmente a sus representantes en el máximo órgano de poder del Estado, para que cuanto hemos hecho y hagamos sea defendido por todos y cada uno de nosotros con la certeza de que solo así nos defendemos.

Nuestro pueblo, sabio como es, ha entendido la trascendencia de las medidas económicas más recientes y ha reaccionado con inteligencia, insistiendo en la necesidad de responder a los aumentos de salario en el sector presupuestado con resultados y controles que nos salven de la inflación y otros peligros. Los economistas están especialmente convocados a aportar en la búsqueda de las reservas de eficiencia.

Es preciso, igualmente, aprovechar todas las oportunidades que se abren para la economía nacional, sea en el sector empresarial, el presupuestado e incluso el privado, y desatar los nudos que la amarran. A golpe de trabajo, innovación, ciencia y producción.

En esta nueva etapa la clave está en lo territorial, en el municipio, en el desarrollo local, conscientes de que todo lo que se genere y avance allí beneficia más directamente al pueblo.

Hay que seguir buscando en nuestras reservas materiales y humanas. En lo que nos puede aportar el ahorro como fuente de ingresos y nuestra espiritualidad como fuente de energía creativa.

Y debemos revisar también las directivas del Comandante en Jefe para el Periodo Especial. Sin temor a los términos. La estrategia de enfrentamiento al doble bloqueo generó muchas iniciativas que engavetamos en cuanto mejoró la situación y eso es un error. Para no volver al Periodo Especial hay que sacar las lecciones y los aportes que nos legó.

Queridas compañeras y compañeros:

La Asamblea Nacional será siempre un espacio para reflexionar y sobre todo para compartir y decidir colectivamente cómo activar más y mejor los resortes de nuestra prosperidad.

Tenemos que perder el mal hábito de creer que todas las soluciones vendrán de arriba. Si de verdad entendemos la necesidad de un cambio de mentalidad, entonces podremos cooperar todos proponiendo soluciones a nuestros problemas, algunas para ahora mismo y otras para más adelante, pero siempre en función de mejorar la calidad de vida del pueblo.

El gobierno electrónico, por ejemplo, no es un invento cubano. Es una necesidad apremiante para el funcionamiento de cualquier sociedad actualmente.

Y en cuanto a la tarea fundamental de conectarnos con las necesidades y demandas del pueblo, ese gobierno electrónico no puede ejercerse de lunes a viernes. Es una tarea permanente. Hay que acabar de aprender que los servidores públicos nos debemos al pueblo y ello entraña una permanente vigilancia y uso de todas las herramientas que nos pueden advertir a tiempo cuándo algo está faltando o fallando.

Eso no significa, por supuesto, dar crédito a las bolas o fake news que fabrican los enemigos y que con cierta frecuencia difunden algunos ingenuos o irresponsables en las redes sociales.

La dirección del Partido y el Gobierno ha demostrado su compromiso con la información oportuna y abierta de cuanta medida o paso se dé en función de los intereses públicos. Y defenderemos siempre esa política. Otros podrán ser más ágiles y efectivos difundiendo mentiras, pero el pueblo cubano sabe que la Revolución, por principio, solo dice la verdad (Aplausos).

Llamo también la atención de aquellos funcionarios que consideran que determinados asuntos no se corresponden con su jerarquía, sino con niveles inferiores de dirección.

Quien tiene a mano la más rápida y eficiente solución a un problema no tiene por qué minimizarlo ni delegar su solución bajo consideraciones jerárquicas o sectoriales. Todos somos servidores públicos.

Quienes están en capacidad de resolver algo, tienen también el deber de no dejarlo a otros. Detrás de cada problema hay un cubano o una cubana que necesita atención: recuperar la sensibilidad y ponerla de moda es palabra de orden (Aplausos).

Niega el espíritu de la Revolución quien entorpece, demora o hace imposible el trámite para acceder a un subsidio, a la propiedad de una vivienda, al usufructo de una tierra entregada para producir. Esas son gestiones que, en general, roban tiempo y energías a las personas que trabajan, estudian y aportan a la sociedad.

Cuando hablamos de rescatar la decencia pensamos también en la honestidad y el sentido de cooperación de los servidores públicos.

La vocación de servir no puede ni tiene por qué confundirse con servilismo. Dar un buen servicio desde la amabilidad, la humildad y la educación nos hace más profesionales y añade a nuestro ejercicio laboral un sello de calidad y calidez humana que hoy necesitan otros y mañana necesitaremos cualquiera de nosotros. Tenemos que ser serios y eficaces en las respuestas.

Como sociedad debemos recuperar hábitos de cortesía que hemos perdido. Nada más ajeno a la Revolución que la mala educación: la pérdida de valores lastra, desde nuestras relaciones personales en la colectividad hasta nuestra exportación de servicios. Y es la primera causa del malestar que nos causamos unos a otros en la cotidianidad.

Quiero llamarnos a subordinar los intereses personales a los colectivos, sin negar ninguno de los dos, sino integrándolos. Me queda claro que en una sociedad humanista y solidaria como la nuestra no se puede ser feliz individualmente.

Apartando vanidades y egoísmos, practicando la honestidad, la laboriosidad, la decencia, también estaremos aportando al Producto Interno Bruto. Crecerá la economía y crecerá la fortaleza espiritual de nuestro pueblo, ese país que hemos llegado a ser y que a veces nos cuesta identificar en cada uno de nosotros mismos.

Decía Don Fernando Ortiz que: “…si no tan grave como el imperialismo económico, que succiona la sangre del pueblo cubano, es también disolvente el imperialismo ideológico que le sigue. Aquel le rompe su independencia económica; este le destroza su vida moral. El uno le quita el sostén; el otro el alma”.

Junto con ese antiimperialismo que llevamos en vena por lo que durante más de un siglo nos ha hecho sufrir el vecino poderoso que nos desprecia y ataca, también es preciso alimentar el sentimiento socialista que la Revolución sembró en nuestra gente, en la lucha por conquistar toda la justicia que nos legó José Martí.

Nada seríamos si hubiéramos abandonado el sistema social que esta honorable Asamblea ratificó como destino inmediato de la nación cubana.

Es un tema apasionante al que dedicaremos otros momentos, conscientes de que toda la felicidad que nos interesa multiplicar como práctica de vida en nuestro pueblo se enlaza con la decisión voluntaria y consciente de hacer nuestro socialismo próspero y sostenible.

Les comparto también una convicción personal: el único modo de resolver todos nuestros problemas es que todos y cada uno de los que amamos la Revolución nos preguntemos cotidianamente: ¿qué puedo hacer, qué puedo aportar?, ¿cuál puede ser mi cuota de entrega personal para el crecimiento colectivo?

Haga cada uno su parte de deber, y nada podrá vencernos, dijo Martí, y conscientes de ello hemos convocado a pensar como país.

La periodista Leticia Martínez Hernández, respondió la primera, con un twitter:

¿Qué significa pensar como país? Y dice Leticia:

Que tu problema sea el mío.

Que no me sea indiferente lo mal hecho, lo que dañe a Cuba, lo que no le aporta.

Que el egoísmo no comande las acciones diarias; y sí la solidaridad.

Que la opinión de cada uno sea escuchada, desde el respeto.

Y Yoerkis Sánchez, director de Juventud Rebelde, le respondió en versos:

¿Qué es pensar como país?

Es entregarse al trabajo;

cortar los vicios de un tajo,

hacer al otro feliz.

Proteger nuestra raíz

frente al consumismo cruel;

es hacer nuestro papel

y cumplir con humildad

el #SomosContinuidad

con Raúl y con Fidel (Aplausos).

Efectivamente, pensar como país, pensar Cuba es que todos nos entreguemos en cuerpo y alma al servicio de la nación, sacando el mayor provecho de la fuerza más formidable y poderosa de la Revolución: la Unidad.

Ese es nuestro monumento a la generación histórica. Una obra en construcción que afiance el pasado, sostenga el presente y garantice el futuro de la Revolución. Infinita como los sueños de los hombres y mujeres que la iniciaron.
¡Somos Cuba! ¡Somos Continuidad!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos

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