V. Angel Fernández https://lapupilainsomne.wordpress.com
Come qualsiasi persona sensata del mondo, mi sono sentito molto bene lo scorso 17 dicembre, al sentire le dichiarazioni dei presidenti di Cuba e USA. Inoltre, come cubano, ho avuto quell’orgoglio speciale che, sicuramente, anche altre persone hanno goduto, quando vede che i suoi fanno le cose bene e ottengono risultati nella politica o nella più dissimile attività umana.
Alcuni, apparentemente ingenui, hanno esaurito le capacità dei media, rendendo pubblica l’idea che quel momento, apre l’opportunità affinché entrambi i paesi, “per la prima volta in cinquant’anni” si siedano attorno a un tavolo di negoziazioni.
Uso la parola ingenui, affinché nessuno si senta offeso con un qualificativo più acido. Entrambi i presidenti hanno riconosciuto che questo passo è stato il frutto di diciotto mesi di negoziati al più alto livello e con la partecipazione di vari intermediari internazionali, anche di altissimo rango. E se rimane qualche dubbio per gli ignoranti, valgano i numeri, poiché accade che il recente incontro a L’Avana, è stato la ventottesima ronda di negoziazioni migratorie, insieme ad altri di scambi tecnici su vari terreni.
In relazione con questo evento cubano-statunitense di fine anno, desideravo condividere altre opinioni, perché ha attirato la mia attenzione, quello che è successo intorno alla recente e molto pubblicizzata riunione all’Avana, così come le sue reazioni successive.
Ogni volta che qualcuno viene a discutere di qualsiasi questione a Cuba, valgano le generalizzazioni, cercano di convertire il cosi tanto questionato tema dei diritti umani, nel piatto speciale dal menù del giorno.
Se si legge un giornale cosi poco edificante come El Nuevo Herald, solo due titolari si ripetono: “Jacobson lascia un messaggio di impegno degli USA per i diritti umani a Cuba” e ” Diritti Umani, tema di discordia tra Cuba e USA”. Non si è trattato nient’altro. Non ci sono state conversazioni sulla migrazione. Non ci sono stati temi di interesse reciproco.
Nel l’intervento del capo della delegazione cubana, sperava – ed è successo – il momento in cui i rappresentanti della stampa straniera accreditata a Cuba, chiedessero la parola, e lì vederli assumere le classiche pose tra agilità mentale e opportunità, per andare a realizzare la solita domanda: ché dire dei diritti umani? E della pressione USA sul tema?
Si poteva chiedere sulla data di ripristino delle relazioni o per quando la risoluzione dei problemi della nostra Sezione di Interessi a Washington, o anche quale sarebbe il futuro degli scambi commerciali. Ma i loro editori, così come i loro potenziali consumatori, non li tengono all’Avana, persino a quelli che sono di casa, per quelle sciocchezze, se non per “mettere in imbarazzo” i funzionari isolani. La risposta della rappresentante cubana è stata semplice e travolgente: quelle parole non si presentano ad un tavolo dei negoziati.
E’ vero che si poteva parlare di diritti umani. Anzi, penso che si DEVE parlare di diritti umani. Ma non sarebbe parlare solo da un lato del tavolo. A mio parere sarebbe dialogare, verbo che è soltanto reale quando più di una parte esprime il suo parere.
Ciò porterebbe ad interscambiare, tra i due paesi, sui diritti umani degli immigrati negli USA. O i tagli nella sicurezza sociale. Senza dimenticare le violazioni, di lunga data, alla frontiera con il Messico. Anche i diritti irrisolti delle vittime dell’uragano Katrina. E perché no, dei diritti dei cittadini picchiati e uccisi dai poliziotti USA. Oppure dei diritti dei bambini che arrivano a una scuola e potrebbero non tornare alle loro case come vittime di una sparatoria. Forse questi non sono anche diritti umani ed umani con diritti?
In quel momento, crederei alle parole di Il Nuovo Herald, parlando sull’impegno “reale” degli USA con il così questionato tema di diritti umani.
Credo di si. In un tavolo di trattative tra i due paesi, dovrebbero essere presenti le violazioni dei diritti umani in “tutta” Cuba. E qui è molto prezioso il virgolettato. O forse si dimentica Guantánamo?
Ancora una volta, queste discussioni giornalistiche, non me le aspetto da alcuno degli accreditati in funzione di media stranieri. Simpatizzo solo con uno dei miei connazionali, quelli che sono i rappresentanti della stampa cubana e che, nello stesso tempo, hanno lettori che attendono:
– Signora Jacobson, parlando dell’impegno degli USA per la difesa dei diritti umani a Cuba, comprende quello che ogni giorno e per più di un decennio, è pratica comune nella Base di Guantanamo, ovviamente, territorio cubano?
Mi piacerebbe conoscere la risposta e l’impatto della domanda. Speriamo alla prossima ronda.
Cuba-EE.UU.: Una pregunta diferente para Roberta Jacobson
Como cualquier persona sensata del mundo, me sentí muy bien el 17 de diciembre pasado, al escuchar las declaraciones de los presidentes de Cuba y Estados Unidos. Además, como cubano, tuve ese orgullo especial que, de seguro, también muchas personas han disfrutado, cuando ve que los suyos hacen bien las cosas y logran resultados en la política o en la más disímil actividad humana.
Algunos, al parecer en plan de ingenuos, han agotado las capacidades de los medios informativos, haciendo pública la idea de que ese momento, abre las posibilidades para que ambos países, “por primera vez en cincuenta años” se sienten alrededor de una mesa de negociaciones.
Utilizo la palabra ingenuos, para que nadie se sienta ofendido con un calificativo más ácido. Ambos presidentes reconocieron que ese paso era el resultado de dieciocho meses de negociaciones al más alto nivel y con la participación de varios intermediarios internacionales, también de muy alto rango. Y si queda alguna duda para los desconocedores, valgan los números, pues sucede que la reunión reciente en La Habana, fue la vigésimo octava ronda de negociaciones migratorias, sumadas a otras de intercambios técnicos en variados terrenos.
Relacionado con este acontecer cubano-estadounidense de fin de año, deseaba compartir otras opiniones, ya que me ha llamado la atención, lo sucedido alrededor de la reciente y tan publicitada reunión en La Habana, así como sus reacciones posteriores.
Siempre que viene alguien a discutir cualquier tema en Cuba, valgan las generalizaciones, tratan de convertir el tan llevado y traído tema de los derechos humanos, en el plato especial del menú del día.
Si se lee un periódico tan poco edificante como El Nuevo Herald, sólo dos titulares son repetidos: “Jacobson deja mensaje de compromiso de EEUU con derechos humanos en Cuba” y “Derechos humanos, tema de discordia entre Cuba y EEUU”. No se trató nada más. No hubo conversaciones migratorias. No existieron temas de interés mutuos.
En la intervención de la jefa de la delegación cubana, esperaba –y sucedió— el momento en que los representantes de la prensa extranjera acreditados en Cuba, pidieran la palabra, y allí verlos asumir las clásicas poses entre agilidad mental y oportunidad, para salir a realizar la pregunta de siempre: ¿y los derechos humanos qué? ¿Y la presión norteamericana sobre el tema?
Podía preguntarse sobre la fecha del restablecimiento de relaciones o para cuándo la solución de los problemas de nuestra Sección de Intereses en Washington, o también cuál sería el futuro de los intercambios comerciales. Pero sus editores, así como sus potenciales consumidores, no los tienen en La Habana, incluso a los que son del patio, para esas nimiedades, sino para “poner en aprietos” a los funcionarios isleños. La respuesta de la representante cubana fue simple y aplastante: esas palabras no se llevan a una mesa de negociación.
Es verdad que se podía hablar de derechos humanos. Es más, creo que se TIENE que hablar de derechos humanos. Pero no sería sólo hablar desde un lado de la mesa. En mi opinión sería dialogar, verbo que sólo es real cuando más de una parte expresa su opinión. Ello llevaría a intercambiar entre ambos países, sobre los derechos humanos de los inmigrantes en Estados Unidos. O los recortes en seguridad social. Sin olvidar las violaciones de larga data en la frontera con México. También de los derechos no solucionados de las víctimas del huracán Katrina. Y por qué no, de los derechos de los ciudadanos golpeados y baleados por policías estadounidenses. O de los derechos de los niños que llegan a una escuela y pudieran no regresar a sus casas por ser víctimas de un tiroteo. ¿Acaso esos no son también derechos humanos y humanos con derechos?
En ese momento, creería las palabras de El Nuevo Herald, al hablar sobre el “real” compromiso de los Estados Unidos con el tan llevado y traído tema de los derechos humanos.
Y creo que sí. En una mesa de negociaciones entre ambos países, tendrían que estar presentes las violaciones de los derechos humanos en “toda” Cuba. Y aquí tiene mucho valor el entrecomillado. ¿O es que acaso se olvida Guantánamo?
Una vez más, en estos cuestionamientos periodísticos, no lo espero de algunos de los acreditados en función de intereses de prensa extranjera. Sólo me decanto por uno de mis coterráneos, aquellos que son representantes de la prensa cubana y que, asimismo, tienen lectores esperando:
-Señora Jacobson, hablando del compromiso de Estados Unidos con la defensa de la de los derechos humanos en Cuba ¿incluye lo que a diario y desde hace más de una década, es práctica habitual en la Base de Guantánamo, obviamente territorio cubano?
Me gustaría conocer la respuesta y la repercusión de la pregunta. Esperemos a la próxima ronda.