La politica economica a Cuba (I parte)

Valorizzando il raggiunto e le sfide da affrontare 2011-2018

José Luis Rodríguez http://www.cubadebate.cu

I

La sessione costitutiva dell’Assemblea Nazionale celebrata lo scorso 19 aprile è stata espressione della continuità dell’opera rivoluzionaria, ma ha anche costituito un momento di riflessione sui risultati dell’applicazione della politica economica a Cuba, tra il 2011 ed oggi.


In effetti, il discorso pronunciato dal Generale dell’Esercito Raúl Castro è stata una sintesi dei risultati della politica economica applicata negli ultimi sette anni, quando ha detto: “Nonostante l’eseguito, che non è per niente poco, pensavamo che a questo punto -quando abbiamo approvato o preso le prime decisioni nel VI Congresso del Partito, e nelle successive riunioni di questo tipo- saremmo avanzati oltre, più di quanto già avessimo fatto, se non avessimo risolto tutti i problemi, ben organizzato tutto, ben pianificato ed in processo di esecuzione, con diversi gradi di sviluppo.”

Più avanti avrebbe precisato : “Mai ci facemmo illusioni che sarebbe stato un percorso breve e facile. Sapevamo che iniziavamo un processo di enorme complessità, per la sua portata, che copriva tutti gli elementi della società, ciò che richiedeva superare l’ostacolo colossale di una mentalità radicata in decenni di paternalismo e di egualitarismo, con conseguenze significative sul funzionamento dell’economia nazionale.”

“A ciò si è aggiunto il desiderio di avanzare più velocemente rispetto alla capacità di fare le cose bene, ciò che ha lasciato spazio all’improvvisazione ed ingenuità, a causa di un’insufficiente completezza, incompleta valutazione dei costi e benefici ed una visione ristretta dei rischi associati all’applicazione di diverse misure che, inoltre, non ebbero la conduzione, controllo e la continuità richiesti, che determinarono ritardi e passività nella opportuna correzione delle deviazioni presentate.”

Questo sostanziale discorso deve servire per riflettere su quanto raggiunto, ma soprattutto meditare su quello che dobbiamo fare e gli errori commessi, partendo -come rivoluzionari- dalla visione che si tratta di un bicchiere mezzo pieno e non di un bicchiere mezzo vuoto.

La prima cosa che si potrebbe notare è che non si è riuscito a progredire in maniera sufficiente nella creazione delle basi per lo sviluppo del paese -asse centrale della strategia economica implicita nei Lineamenti 2011- ciò che si è potuto constatare quando, nel 2016, è stato segnalato che si è realizzato il 21% dei lineamenti previsti, rimanendo il 77% di essi ancora in processo e un 2% nei quali non è stato possibile iniziare i progressi.

Da un altro punto di vista, per avere un’idea delle difficoltà basta rivedere le soluzioni a breve termine previste nei Lineamenti del 2011, dove si aspirava raggiungere -simultaneamente- risposte positive per un migliore equilibrio della bilancia dei pagamenti, eliminare ostacoli alla crescita della produttività del lavoro e avanzare nella creazione dell’infrastruttura indispensabile per lo sviluppo.

L’aspetto in cui sono stati raggiunti i migliori risultati è stato proprio nel processo di risanamento della bilancia dei pagamenti attraverso processi di rinegoziazione e pagamento del debito estero, requisito essenziale per ottenere finanziamento esterno ed investimento straniero diretto. Tuttavia, in diverse occasioni, si è partiti dal supposto che -una volta normalizzata la situazione con i creditori- si sarebbero ricevuti i nuovi prestiti in proporzione simile a quanto pagato, cosa che non è avvenuta. D’altra parte, la normalizzazione del debito estero del paese ha avuto un costo elevato, dal momento che il suo servizio, nel periodo 2009-2017, ha raggiunto una cifra stimata vicina ai 23 miliardi di dollari, ciò che ha limitato oggettivamente la possibilità di aumentare l’importo degli investimenti o il consumo con risorse proprie.

link II parte


La política económica en Cuba: Valorando lo alcanzado y los retos a enfrentar (I)

Por: José Luis Rodríguez

I

La sesión constitutiva de la Asamblea Nacional celebrada el pasado 19 de abril fue expresión de la continuidad de la obra revolucionaria, pero también constituyó un momento de reflexión, sobre los resultados de la aplicación de la política económica en Cuba entre el 2011 y la actualidad.

En efecto, el discurso pronunciado por el General de Ejército Raúl Castro fue un balance de los resultados de la política económica aplicada durante los siete últimos años, al expresar: “A pesar de lo ejecutado, que no es poco ni mucho menos, pensábamos que a estas alturas —cuando aprobamos o tomamos las primeras decisiones en el 6to. Congreso del Partido, y en las reuniones posteriores de ese tipo— habríamos avanzado más, que ya tuviéramos, si no resueltos todos los problemas, bien organizado todo, bien planificado y en proceso de ejecución, con diferentes grados de desarrollo.”

Más adelante precisaría: “Nunca nos hicimos ilusiones de que sería un camino corto y fácil. Sabíamos que iniciábamos un proceso de enorme complejidad, por su alcance, que abarcaba a todos los elementos de la sociedad, lo que requería vencer el obstáculo colosal de una mentalidad cimentada en décadas de paternalismo e igualitarismo, con secuelas significativas en el funcionamiento de la economía nacional.”

A ello se sumó el ánimo de avanzar más rápido que la capacidad de hacer las cosas bien, lo que dejó espacio a la improvisación e ingenuidades, a causa de una insuficiente integralidad, incompleta valoración de los costos y beneficios y visión restringida sobre los riesgos asociados a la aplicación de varias medidas que, además, no tuvieron la conducción, control y seguimientos requeridos, lo cual determinó demoras y pasividad en la corrección oportuna de las desviaciones presentadas.”

Este medular discurso debe servir para reflexionar sobre lo logrado, pero sobre todo para meditar sobre lo que nos falta por hacer y los errores cometidos, partiendo –como revolucionarios- de la visión de que se trata de un vaso medio lleno y no un vaso medio vacío.

Lo primero que pudiera destacarse es que no se logró avanzar lo suficiente en la creación de las bases para el desarrollo del país –eje central de la estrategia económica implícita en los Lineamientos del 2011- lo cual pudo constatarse cuando en el 2016 se informó que se cumplió el 21% de los lineamientos previstos, quedando un 77% de ellos en proceso y un 2% en los que no se pudo iniciar el avance.

Desde otro punto de vista, para tener una idea de las dificultades basta revisar las soluciones a corto plazo previstas en los Lineamientos del 2011, donde se aspiraba lograr –simultáneamente- respuestas positivas para un mejor equilibrio de la balanza de pagos, eliminar obstáculos al crecimiento de la productividad del trabajo y avanzar en la creación de la infraestructura indispensable para el desarrollo.

El aspecto en el que se alcanzaron los mejores resultados fue precisamente en el proceso de saneamiento de la balanza de pagos mediante procesos de renegociación y pago de la deuda externa, requisito indispensable para obtener financiamiento externo e inversión extranjera directa. Sin embargo, en diversas ocasiones se partió del supuesto de que –una vez normalizada la situación con los acreedores- se recibirían nuevos créditos en una proporción similar a lo pagado, cosa que no sucedió. Por otra parte, la normalización de la deuda externa del país tuvo un elevado costo, ya que su servicio durante el período 2009-2017 alcanzó una cifra estimada cercana a los 23 000 millones de dólares , lo cual limitó objetivamente la posibilidad de elevar el monto de las inversiones o el consumo con recursos propios.

Al partir de un conjunto de premisas que resultaban de difícil cumplimiento, resulta evidente que primó una visión excesivamente favorable sobre las posibilidades objetivas para alcanzar rápidamente transformaciones estructurales en la economía nacional, estableciéndose –entre otros propósitos- metas de crecimiento muy elevadas. Al respecto cabe recordar que se fijó en el 2011 que la economía debía crecer un 4,4% promedio anual hasta el 2016, tasa solamente alcanzada o superada bajo condiciones excepcionales, como cuando se contaba con la colaboración del Campo Socialista a inicios de los años 80, o cuando se logró una relación de intercambio muy positiva con Venezuela, entre el 2004 y el 2008, unido a precios muy favorables para nuestro comercio exterior.

En realidad la economía logró un crecimiento de 2,3% entre el 2009 y el 2016, donde incidieron –además de los errores señalados por el presidente Raúl Castro- otro conjunto de factores que escapan en cualquier circunstancia a las técnicas de pronóstico más sofisticadas. Baste en tal sentido mencionar el impacto de los huracanes de alta intensidad que azotaron en ese período al territorio nacional, donde destaca el nefasto record implantado por el huracán Irma en el 2017, con pérdidas calculadas en una cifra algo superior a los 13 000 millones de dólares, lo que repercutirá durante varios años en el desarrollo económico del país.

Tampoco puede pasarse por alto el recrudecimiento del bloqueo económico del gobierno norteamericano, luego de una efímera expectativa de que se lograría su desaparición bajo la administración de Barack Obama. En efecto, ya desde inicios del pasado año el gobierno de Donald Trump se encargó de borrar esa expectativa, elevando el costo de más de 55 años hostilidad continuada a 130 179 millones de dólares hasta el 2017.

Por otro lado, el balance de esta etapa no puede tampoco excluir la existencia de un grupo de errores e imprecisiones, que llevaron a los planteamientos expresados por Raúl en abril.

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