L’assalto all’ambasciata messicana in Ecuador ha precedenti

Arthur González

L’assalto alla sede diplomatica del Messico in Ecuador, il 5 aprile 2024, per arrestare l’ex vicepresidente Jorge Glas, che si trovava, in qualità di esiliato, in quella missione, ha dimostrato il disprezzo per il rispetto delle norme internazionali e dei diritti umani, una situazione rifiutata da tutti i paesi del mondo, anche se essendo un governo di destra e alleato degli USA, non è stato sanzionato dall’OSA, dall’ONU né dal Parlamento Europeo.

Sarebbe successo qualcosa di molto diverso se il governo di Nicolás Maduro, in Venezuela, avesse ordinato l’assalto alla missione diplomatica spagnola a Caracas, per arrestare il terrorista Leopoldo López, latitante dalla giustizia, che si trovava come ospite in quella legazione, poiché gli USA, l’OSA e l’Unione Europea avrebbero immediatamente applicato le più severe sanzioni diplomatiche ed economiche, accompagnate da una vasta campagna mediatica internazionale.

In sfida totale alla Convenzione di Vienna, Daniel Noboa, presidente dell’Ecuador, afferma di essere convinto di aver agito correttamente e non si pente della sua decisione.

Vi immaginate se fosse Maduro a fare tali dichiarazioni?

Nessuno dubiti che sarebbe il pretesto ideale affinché il Comando Sud USA e alcuni paesi alleati invadessero il Venezuela per “ripristinare l’ordine pubblico e il diritto internazionale calpestato”.

Il Messico ha un governo dalle posizioni nazionaliste contrarie alla politica imperiale di Washington e mostra senza timore le sue simpatie per Cuba, Venezuela e Nicaragua, sufficiente affinché gli USA e i loro soci internazionali non sostengano la sua condanna contro l’Ecuador.

Ciò dimostra che oggi il mondo è guidato sulla base della forza, senza il minimo rispetto per le leggi e norme stabilite dopo la II Guerra Mondiale. Prova ne è il sostegno incondizionato che gli USA offrono a Israele, nonostante il genocidio che compie contro il popolo palestinese, molto più grande dell’olocausto sofferto per mani di Hitler dagli ebrei, opponendosi persino al riconoscimento della Palestina come Stato a pieno titolo nell’ONU.

L’atteggiamento yankee è sempre stato lo stesso con i governi che si piegano ai suoi ordini, e così è stato quando, il 29 ottobre 1956, il Brigadiere Generale Rafael Ángel Salas Cañizares, capo della Polizia Nazionale di Cuba durante la dittatura di Fulgencio Batista, irruppe violentemente nell’ambasciata della Repubblica di Haiti, situata nella 7ª strada all’angolo con la via 20, quartiere Miramar a L’Avana, sapendo che all’interno si trovavano rifugiati 10 giovani rivoluzionari, oppositori della dittatura.

A differenza di quanto accaduto a Quito quest’anno, Salas Cañizares e una decina dei suoi poliziotti, aprirono il fuoco sui giovani all’interno della stessa sede diplomatica, senza alcun rispetto per i diritti umani, abituati a reprimere brutalmente qualsiasi manifestazione rivoluzionaria degli studenti e di altri rivoluzionari.

La polizia di Batista e altri organi repressivi dell’epoca, come il Bureau of Investigations e il BRAC, avevano consulenti yankee per reprimere le organizzazioni operaie e studentesche avverse al regime batistiano e ricevevano frequenti visite di alti dirigenti della CIA e dell’FBI.

Salas Cañizares morì durante l’assalto, poiché Secundino Martínez Sánchez, uno dei rivoluzionari rifugiati nella sede diplomatica, e l’unico armato, giaceva a terra mortalmente ferito e stava per essere finito da Salas Cañizares con la sua pistola, ma Secundino, dal suolo, gli sparò, colpendolo nell’addome sotto il giubbotto antiproiettile, perché lo sbirro era un uomo molto obeso e il giubbotto non lo copriva completamente.

Salas Cañizares morì il 31 ottobre 1956 a causa delle ferite e pagò con la sua vita tanti crimini accumulati.

Fulgencio Batista non ricevette una sola sanzione o condanna per quel crimine e la totale violazione dell’ambasciata di Haiti, perché per gli USA i loro alleati sono intoccabili, benché siano criminali.

Questa è la democrazia e la libertà che pretendono di imporre al mondo, e per questo José Martí metteva in guardia: “Già viene alla luce il modo pericoloso e arrogante con cui gli USA intendono trattare i nostri popoli”.


El asalto a la embajada mexicana en Ecuador tiene antecedentes

Por Arthur González

El asalto a la sede diplomática de México en Ecuador, el 5 de abril del 2024, para detener al ex vicepresidente Jorge Glas, quien estaba en calidad de asilado en esa misión, demostró el desprecio al respeto de las normas internacionales y a los derechos humanos, situación rechazada por todos los países del mundo, aunque por ser un gobierno de derecha y socio de Estados Unidos, no ha sido sancionado por la OEA, ONU ni por el Parlamento Europeo.

Algo muy diferente habría sucedido si el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, hubiera ordenado el asalto a la misión diplomática de España en Caracas, para detener al terrorista Leopoldo López, prófugo de la justicia, quien permanecía como invitado en esa legación, pues Estados Unidos, la OEA y la Unión Europea de inmediato aplicarían las más fuertes sanciones diplomáticas y económicas, acompañadas de una extensa campaña de prensa internacional.

En un desafío total a la Convención de Viena, Daniel Noboa, presidente de Ecuador, asegura estar convencido de haber actuado correctamente y no se arrepiente de su decisión.

¿Se imaginan si fuese Maduro quien hiciera tales declaraciones?

Nadie dude que sería el pretexto ideal para que el Comando Sur de Estados Unidos y algunos países aliados, invadieran a Venezuela para “restaurar el orden público y el derecho internacional pisoteado”.

México tiene un gobierno de posiciones nacionalistas contrarias a la política imperial de Washington y muestra sin temor sus simpatías por Cuba, Venezuela y Nicaragua, suficiente para que Estados Unidos y sus socios internacionales no respalden su condena contra Ecuador.

Esto demuestra que hoy el mundo está dirigido a base de la fuerza, sin el más mínimo respeto a las leyes y normas aprobadas después de la 2da Guerra Mundial. Prueba de eso es el apoyo incondicional que Estados Unidos brinda a Israel, a pesar del genocidio que ejecuta contra el pueblo palestino, mucho mayor que el holocausto que sufrieron a manos de Hitler los judíos, oponiéndose incluso a reconocer a Palestina como un Estado pleno de derechos en la ONU.

La actuación yanqui siempre ha sido igual con los gobiernos que se pliegan a sus órdenes y así ocurrió cuando el 29 de octubre de 1956, el Brigadier General Rafael Ángel Salas Cañizares, jefe de la Policía Nacional de Cuba durante la dictadura de Fulgencio Batista, irrumpió violentamente en la embajada de la República de Haití, ubicada en la 7ma avenida esquina a calle 20, reparto Miramar en La Habana, al conocer que en la misma se encontraban refugiados 10 jóvenes revolucionarios, opositores a la dictadura.

A diferencia de lo acontecido en Quito este año, Salas Cañizares y una decena de sus policías, ametrallaron a los jóvenes dentro de la misma sede diplomática, sin el menor respeto a los derechos humanos, acostumbrados a reprimir brutalmente cualquier manifestación revolucionaria de los estudiantes y otros revolucionarios.

La policía batistiana y otros órganos de represión de la época como el Buró de Investigaciones y el BRAC, contaban con asesores yanquis para reprimir a las organizaciones obreras y estudiantiles opuestas al régimen batistiano y recibían con frecuencia visitas de altos jefes de la CIA y el FBI.

Salas Cañizares murió durante el asalto, pues Secundino Martínez Sánchez, uno de los revolucionarios asilados en la sede diplomática, y el único que portaba un arma de fuego, en el piso y mortalmente herido, iba a ser rematado por Salas Cañizares con su pistola, pero Secundino desde el suelo le disparó, alcanzándolo en el bajo vientre por debajo del chaleco antibalas, porque el esbirro era un hombre muy obeso y el chaleco no lo cubría totalmente.

Salas Cañizares falleció el 31 de octubre de 1956 a consecuencia de las heridas y pagó con su vida tantos crímenes acumulados.

Fulgencio Batista no recibió una sola sanción o condena por ese crimen y la total violación de la embajada de Haití, porque para Estados Unidos sus aliados son intocables, aunque sean criminales.

Esa es la democracia y libertad que pretenden imponer al mundo y por eso alertaba José Martí: “Ya salen a la luz sobre el modo peligroso y altanero con que los Estados Unidos se proponen tratar a nuestros pueblos”.

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